¿Objetividad? Las pelotas

Haciendo un breve paréntesis en la Copa América, en estos días, estuve pensando un poco en todos los colegas periodistas que salieron a hablar (ahora) durante la actuación de la Albirroja, aunque en serio, seamos sinceros, había mucho de qué lamentarse antes de la histórica remontada ante Argentina, en el debut paraguayo en Chile 2015.

El tema es el siguiente; hace poco más de dos semanas, salió a la luz el bochornoso caso de la corrupción descarada que había dentro de la FIFA. Aunque en realidad, todo el mundo ya sospechaba de eso (de hecho, hasta en Los Simpsons se burlaron de esa situación el año pasado), en nuestro país, ningún medio que está acostumbrado a hacer “periodismo deportivo” se preocupó de hacer una investigación al respecto; a sabiendas de que la APF (Asociación Paraguaya de Fútbol) forma parte de la rosca gigante de la Federación Internacional del Fútbol Asociado, y a sabiendas de que los componentes principales de la APF tienen nexos directos con las altas esferas de la máxima organización del deporte rey. ¿Qué pasó?.

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Para dar voz a la realidad coyuntural, voy a agregar aquí al único programa que se encargó de hablar a fondo del quilombo al que estuvo (está) expuesto la máxima autoridad deportiva, esa autoridad que incluso compite con el mismísimo Vaticano con respecto a los privilegios diplomáticos de sus miembros más importantes.

¿Qué pasó aquí? ¿por qué tantos periodistas no se hicieron eco de aquel tema que supuestamente deberían conocer al dedillo?. Les tiro un adelanto, tiene que ver con un fenómeno que todo el mundo dice que adora pero desconoce, “la objetividad” en el periodismo.

Un poco de lengua española e historia

Odio hacer esto en una nota, pero creo que para explicar mi punto, es necesario que recordemos el concepto que nos concede la Real Academia de la Lengua Española. Se entiende por “objetivo” a lo perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. Algo desinteresado, desapasionado. Aquí es donde recuerdo mi primer día de clases en la facultad de ciencias de la comunicación, “la objetividad no existe”.

En cuanto a lo histórico, en nuestro país, el mito de la “objetividad” nos remonta directamente a la época de la dictadura stronista, en donde, con la aparición de varios medios de comunicación, el régimen se vio forzado a camuflar la censura con las queridas palabras “objetividad” e “imparcialidad”. ¿Por qué hicieron eso?, sencillo, porque ante el mundo, el gobierno simplemente no podía cerrar medios por el hecho de contrastar contra el sistema imperante. ¿Cómo hicieron eso?, fácil, daban credenciales a los periodistas leales, o “no molestos” ante los intereses políticos de los de arriba, y si no poseías ese credencial, simplemente no podías comunicar. Oficialmente, nunca fue un requisito, pero la “objetividad” (entiéndase en ese contexto a favor o condescendiente con la dictadura) era medida antes de otorgar los permisos para hacer periodismo; por lo que en esa época, los llamadores de radios, o los chupamedias de la época, hablaban a boca llena de que “se tiene que ser objetivo para poder ser periodista”. Obviamente, ahora ya entendemos a qué se referían con su bendita “imparcialidad”.

Esos conceptos (al igual que muchos legados stronistas) siguen vigentes, sin poder visibilizarse cómo surgió, asumiendo que esa es la mejor forma de comunicar una información. Ojo, no estoy diciendo que esos términos nacieron en Paraguay, lo que estoy diciendo es que la supuesta necesidad de periodistas que cumplan esos falsos requisitos tienen un background histórico en nuestro país. “La objetividad no existe”.

Información

Sin entrar en más detalles académicos ni una infinidad de teorías filosóficas al respecto, sólo basta entender, o más bien, recordar que el periodista también es humano. Cada uno de nosotros, los periodistas, tenemos nuestros propios problemas, nuestras propias ideas, nuestras propias simpatías, nuestros propios prejuicios, nuestros propios disgustos, en fin, nuestra propia vida. Cabe recordar, que cada información que transmitimos, son digeridas a su vez, por las personas que las protagonizan, que a su vez corresponden a su propia experiencia en el transcurso de su vida.

Objetos

Al comienzo del post recordé el caso de la FIFA, y pregunté qué pasó con todos los periodistas que no hablaron del caso, la respuesta es “objetividad”. ¿Qué tiene que ver la supuesta imparcialidad en todo esto?, bueno, el periodista deportivo tiene que comer, se alimenta de los números que transmiten, de los datos fríos que sirven tras cada encuentro, del recuento de los goles y los pases y las tarjetas y los nombres de los jugadores y de cuánto vale cada uno, no se alimenta de la investigación. El periodista deportivo actual es víctima de la objetividad, porque al que lee desde atrás los diarios no le gusta que se hable sólo del club con el que no simpatiza, porque al que lee desde atrás los diarios no le gusta que se hable mal del jugador al que sigue, porque al que lee desde atrás el diario no le gusta que el periodista tenga su propia alma, su propia forma de pensar, porque al que lee desde atrás los diarios le molesta el sujeto, le encanta el objeto. “La objetividad no existe”.

Vos, que estás leyendo esto, ¿te planteaste alguna vez que no somos objetos sino sujetos?, ¿te planteaste que quienes escribimos las palabras que se publican son expresadas por personas que viven con su propia pasión, con su propia certeza de lo que es el odio y el amor?. Los periodistas no somos objetos (objetivos) sino sujetos (subjetivos).

No te confundas, no estoy hablando de que la tergiversación está bien, porque no lo está. Estoy hablando de que dentro de nuestras propias limitaciones, los comunicadores tenemos derecho a sentar una postura, como lo tiene cada persona. Estoy hablando de que el que lee (o escucha o ve) todos los días las noticias, tiene derecho a saber cuál es el rol de cada persona que presenta los materiales noticiosos o informativos, sin que se le mienta en la cara, de que esa persona supuestamente está ajena a todo lo que pasa, porque te tengo una “primicia” (otra prostituta instaurada en los medios), esa persona no lo está, y también se siente afectada en mayor o menor medida por lo que pasa.

Como periodista, no me pidas que te esconda mi postura para que te sientas más cómodo. Como periodista, no me pidas que te complazca todo el tiempo, porque complacerte a todas horas implica que también me puedo vender a la complacencia de un tercero. Como periodista, no me pidas que me convierta en un objeto que se dedica a dar números por simpatía, a jugar malabares con hechos, sólo para maquillar una realidad que tiene una infinidad de adjetivos que se los aprecia sólo cuando una personas es eso, persona. “La objetividad no existe”.

Vos tenés el derecho a saber lo que pasa, pero también tenés el derecho de saber cómo piensa el que te da la información, para que de esa forma, por tu propia cabeza, puedas medir cómo esa información va influenciar en tu forma de pensar.

No pidas objetividad, porque la objetividad está matando al periodismo, está matando la posibilidad de investigar. No pidas objetividad, porque la objetividad siempre va a ser esclava de gente que tiene mucho qué perder y también demasiado qué ganar, la objetividad, tiene como misión, hacerte perder el interés, adormecerte, que no tomes postura.

No me pidas que sea objetivo, pedíme expresar mi opinión sobre cualquier cosa, tal como la entiendo, de esa forma vas a poder discutir conmigo sobre algo, y quizás, podamos ver juntos lo que todavía no se vio. Porque si me pedís ser un objeto, abstenéte a recibir resultados como pasó con los periodistas con el escándalo de la FIFA, te dije un montón de cosas, pero no te dije lo que de verdad importa.

Más de esta clases de posts, vas a encontrar en DementesX, en donde se habla también de actualidad, música, cine, y varias cosas más. Acá por ejemplo, hablamos de la otra faceta de Paraguay, la otra faceta que no es la Albirroja.

Keep fucking rockin’

P.D.: Te dejo unos cuantos links, para nutrirte más sobre el debate de la mentira de la objetividad.

¿Existe la objetividad periodística?
¿Por qué la objetividad en la información es una utopía?
La objetividad no existe en el periodismo moderno
Sobre el periodismo: La objetividad no existe
El mito de la objetividad periodística

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Wilberto Larroza

Explícito. Redacta artículos para La Nación y no falta a la Olla cuando juega el ciclón. Evangelizador del metal en Paraguay, defiende la libre portación de pancita cervecera. Tiene su propia celda en dementesx.com

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