Un paraguayo en la Champions

La experiencia de estar en un partido de la Champions League para un sudamericano, pero principalmente para un paraguayo, es algo como para recordar. Las diferencias que existen entre lo que tenemos a este lado de nuestro continente y cómo se manejan en el viejo mundo hacen imposible evitar las comparaciones.

Óscar López es un periodista paraguayo que está en Madrid y le tocó vivir, en el mítico Vicente Calderón, un partido por la Liga de Campeones de Europa. López presenció la victoria del Atlético de Madrid sobre el Bayer Leverkusen alemán para pasar de ronda y nos cuenta en este relato, cómo viven los hinchas del “aleti” la pasión del fútbol por su equipo.

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Eran las 18:00 y estaba preocupado porque a las 20:45 el Atlético de Madrid recibía al Bayer Leverkusen alemán por La Champions League. El “Aleti” había perdido 1-0 el partido de ida y el equipo del “Cholo” tenía que remontar el resultado. Como para nosotros los partidos “candentes” significa ir con (por lo menos) dos horas antes al estadio, mi incertidumbre crecía. Sabía que tenía que ir a casa a buscar un abrigo para poder ir al Vicente Calderón.
Fui rápido a casa, recogí una campera y con un look nórdico, típico de sudaca que no está acostumbrado al frío europeo, fui al estadio. La línea 5 del metro de Madrid estaba repleta de camisetas rojiblancas y bufandas, muchas de ellas puestas encima del atuendo laboral.
“¿Será que me voy a sentar? ¿voy a encontrar lugar?”… claro las locuras de partidos de instancias definitorias en Copa Libertadores ya son bastante escuelita para saber que tenés que estar antes. La cosa no era así…

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A las 20:30 estaba buscando aún la puerta 20 del estadio que finalmente la encontré. La fila corría rápido, entre vendedores de maíz tostado, semillas de girasol, cerveza Mahou y otros alimentos, que serían como nuestra “chipa con gaseosa”.

Sabía que el partido empezaba en 15 minutos pero entre fila, escaleras y mi primer encuentro con el Calderón pasaron escasos 6 a 7 minutos. El estadio estaba casi repleto y el círculo central cubierto con la popular lona de la Champions, de esas que siempre ves en la tele.
Las calles estaban repletas y los carteles luminosos (en español, no en coreano como en Asunción) indicaban que el tránsito estaba retrasado por el partido, lo que no despertó bocinazos ni enojos, todo era una fiesta.

A la cancha los equipos y el himno de la Champions sonando fuerte en el estadio. “Pirí”, es poco.
De la inseguridad, olvídate. Todos toman cerveza pero nadie le jode a nadie. No hay drogadictos que te piden plata, no hay “mil para la barra, tío” y mucho menos pirañitas, estoques y armas. Es una especie de sueño para el que dejó de ir a la cancha por culpa de las lacras de la sociedad.

Mi lugar estaba en el segundo anfiteatro norte, que vendría a ser una hipotética segunda bandeja del Defensores del Chaco, en la “parte roja de Plateas”. El asiento que me correspondía estaba ahí, intacto, algo inconcebible por entonces. Como pensé que las entradas populares implicaban sentarse en lugares incómodos, compré una almohadilla de un euro, la cual resultó innecesaria porque el abrigo que traía era un apoyadero más que suficiente.
A la cancha los equipos y el himno de la Champions sonando fuerte en el estadio. “Pirí”, es poco. Cualquier jugador del Aleti puede hacer circular la pelota pero cuando Koke Resurrección la toca se siente como el público respira respeto, es el metrónomo, el ingeniero, el que “maneja los hilos”, el que juega con mangas cortas sin importar la temperatura… Griezmann es el pintor, Arda, el escultor, Mandzukic, el albañil y Fernando Torres… una especie de dios incuestionable.

Como todo en el estadio cuesta más caro, vi a hinchas que optaron por llevar sus alimentos como algún bocadillo (sándwich) o una bolsita de patatas (papas fritas) algo que está permitido.
Mientras la noche caía, la brisa proveniente del río Manzanares, que bordea el estadio, golpeaba y cada vez más fuerte…
No voy a entrar mucho en detalles del partido porque quizás ya hayan leído crónicas hasta el hartazgo en los distintos portales de noticias deportivas del mundo. No hace falta que en el entretiempo cuides tu silla, la podés dejar ahí que la vas a encontrar en el mismo lugar.

De los túneles salían hinchas con vasos de cerveza en la mano. ¡Sorpresa! Son sin alcohol. Hay una muy similar a la desparecida “Shandy” que es cerveza sin alcohol con jugo de limón. Como todo en el estadio cuesta más caro, vi a hinchas que optaron por llevar sus alimentos como algún bocadillo (sándwich) o una bolsita de patatas (papas fritas) algo que está permitido y no constriñe con ninguna exclusividad comercial que pueda existir, algo que normalmente ocurre en nuestro país por el monopolio empresarial que existe en todos los ámbitos.

Los Cánticos

La barra del Aleti, el Frente Atlético, tiene una marcada influencia latinoamericana (argentina) tanto es así que varios de sus cánticos son copias de los que entonan las barras de “ashá” como Muchachos, hoy viajamos juntos otra vez. Enamorado del Atleti, no lo puedes entender y “Del Atleti soy, y tú eres la alegría de mi corazón, ni la muerte nos va a separar, desde el cielo te voy animar. Y a mí no me interesa en que campo juguéis, local o visitante yo te vengo a ver, sufro contigo en cualquier división, daría la vida por verte campeón”.

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Otros cánticos que se oyen son el:“Te quiero Atleti, lorololo, lololololololo, te quiero Atleti, lorololo, Te quiero Atleti, lorololo” y el homenaje al DT: “Ole, ole, ole, Cholo Simeone. Ole, ole, ole, Cholo Simeone”.
“Hostias, es que este tío no quiere jugar al fútbol”, “es que este árbitro es un gilipollas”, “joder, pero ya la debió haber sacado”, “has tenido una mala noche” e “¡hijueputa!” son algunas de las puteadas. Imposible no cagarse de risa pero eso sí, la verdadera presión es sudamericana. Eso no nos va a quitar nadie
El Atlético ganó en penales. El grito de victoria fue breve pero emotivo. Es como bajar esa mochila que te acompaña todos los días a las 22:00 en tu casa después del laburo y/o la facu.

La salida del estadio es normal. Vas hasta la boca de metro y te retirás o, si querés, caminás a tomarte una caña (vaso de cerveza) con unas tapas (picadas) en algún bar de la zona o más alejado, da igual, nadie te va a tocar. No hay buses con gente colgada de los colectivos, ni corridas, ni el sonido de caballos de cascos azules, ni rotura de vidrios y mucho menos de balas de goma… es respirar tranquilo.

Si tuviera que hablar de algún punto negativo ese sería el precio de las entradas. La más barata para ver al Aleti en Champions cuesta 32 euros mientras que las más caras pueden estar entre los 400 pero ni hablar de un partido del Real Madrid. Para que se hagan una idea, las entradas para la final de la Champions (llegue quien llegue) van de los 70 a los 390 euros pero un Real – Barcelona está entre los 600 y los 900 euros. Para hacer una comparación: Un vuelo entre Madrid y cualquier ciudad europea te cuesta entre 70 a 150 euros (dependiendo del día); o para mostrar con algo más cotidiano; Las entradas más caras para ir al cine, un día feriado, pueden llegar a los 8 euros. El fútbol, aquí es caro.

Por eso, ir a la cancha es como ir a un shopping donde todos están vestidos de la misma forma y comparten la misma pasión. Esta sí es una fiesta del fútbol… estamos demasiado lejos.


Posteado por Óscar López (@oscarlode) Periodista. Fanático del Olimpia, en la cancha no da una pelota ni pierna por perdida. Teórico empedernido del fútbol, como todos aquí.

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Colaborador de Cancha Chica
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