En esta nota te contamos cómo es un futbolero, a vos, que aspirás a ser novia de uno de ellos… El Pequeño Freud de la Cancha Chica, solo para vos.
Eso de ser novia de un futbolero está genial si te gusta clavarte a la tele o a la gradería norte o sur, según el billete de lotería que te podría tocar; y que se haría llamar “tú” novio… sí, el futbolero. Y decimos billete de lotería porque el fútbol es una especie de gran timba en donde los fanáticos apuestan al menos el corazón, aunque también tiempo y dinero, por alentar y seguir a un equipo sobre el cual no tienen la menor influencia.
Podés reconocerlo porque en su perfil de las redes sociales estate segura que hará figurar al club de sus amores, como parte importante de su identidad personal, como si fuese que el club lo eligió a él; aunque no sea así; es también casi seguro que el club se lo eligió el papá, o ¿por qué no? un tío o el abuelo. Tantos años repletos de numerosas frustraciones y desencantos, matizados por unos leves momentos de gloria no podían quedar así, tan como si nada. Era necesario pasarle ese lastre al niño. De ahí deviene la casta del futbolero, que en su faceta más encarnizada, denominaremos “barra”.
El “barra” es un ser sin identidad propia, que se siente contenido y protegido por la identidad grupal de chicos malos. Bueno… aunque sea uno debería ser malo y grandote, y saber pelear… a los otros les basta con tener pirotecnia, palos, estoques o armas y con gritar y hostigar a sus oponentes, sean de clubes rivales o del propio pero de otra extracción; a más de estar al lado y ser fiel seguidor del cabecilla: el más malote del grupo. Las entradas a la comisaría serán las medallas de honor al mérito del barra; si bien la delincuencia no es un requisito obligatorio, aunque sí una interesante opción. En especial cuando hay poca plata y se requiere de mucha yerba y vino-cartón.
No es muy complejo esto de ser un hincha eficiente en el campo de juego. Basta con aprender unos cuantos estribillos a los que necesariamente se les pondrá un tonito rioplatense. Para sentirse ilustrado les basta con leerse algún libro que narre al menos alguna faceta de la historia del fútbol. Las revistas deportivas valen igual. Es requisito contar con banderas gigantes a las que se denominarán “trapos”, también banderines y otros elementos de cotillón, para propiciar un recibimiento digno del equipo en la cancha.
Los jugadores son pagados, hoy están, mañana, tal vez, no… pero tu futuro novio: el hincha, va a estar, porque no se puede permitir esa tragedia de perder esa identidad adquirida por azar y que le sortearon ni bien nacido; y a la cual él llama y llamará (aún a pesar tuyo) su primer y único amor.
Futura novia de futbolero, nos vemos en la siguiente edición. Aquí te enseñaremos todo para que seas una digna compañera.