Ayer hablábamos acá como arrancaba esta historia…
Atrás quedaron 7 meses de angustia, 7 meses de sentimientos encontrados, 7 meses de una alegría indescriptible, 7 meses de lucha junto al equipo, si señores, estábamos en la final, esa final que nadie soñó, esa final que nos quitó tantas noches de sueño, esa final que nos dio nuevos amigos, nuevas “cábalas”, nuevas esperanzas, nuevas ganas de ir a la cancha y gritar hasta quedarnos sin voz durante días, esa final que nos recordaba a cada segundo lo orgullosos que debemos de sentirnos por ser fieles a nuestro equipo en las buenas y en las malas, esa final que no todos tienen la suerte de conocer, esa final que tantos anhelan y no alcanzan, esa final a la que nos llevó el equipo.
Esa final que nos dio una cachetada tan fuerte para devolvernos a nuestra realidad, esa final que nos negó una cuarta estrella en el pecho, esa final que nos recordaba que no era para nosotros, esa final que nos costó tanto volver a alcanzar, esa final que no es para cualquiera, esa final que no era para nuestro equipo, esa final que fue para el mejor de todos y el más preparado, esa final que dolió más que nada en el mundo, esa final que nos sigue llenando de orgullo, porque esa final perdida también fue la recompensa a esos 7 meses, el pago que recibíamos todos los seguidores de este equipo y sus componentes.
Muchos dirán de todo, muchos buscamos alguna explicación al resultado, algunos todavía tenemos esa espina clavada que sigue doliendo como si fuera ayer, a mí personalmente, me tomó un año volver a ver los vídeos y leer las notas sobre esa copa, todavía lloro, todavía la sufro, todavía la disfruto, todavía la llevo con orgullo, todavía me parece demasiada recompensa para un equipo tan chico que tuvo que luchar batallas tan grandes, todavía me parece mérito del equipo.
Ya se habrán dado cuenta de que repetí la palabra EQUIPO hasta el cansancio verdad? Pero no encuentro otra forma de describir al Olimpia del 2013, al Olimpia de los jugadores, del cuerpo técnico (ese que capaz ya nunca vuelva a tener la misma oportunidad, ojalá que si y que vuelva a ser con nosotros), de esa comisión directiva que no dudó ni un solo segundo en hacerse cargo de tamaña responsabilidad, de su gente que salió a llenar estadios, a viajar a todos lados, a inventar recibimientos, hacer caravanas, bienvenidas y despedidas nunca antes vistas en nuestras calles, que llevaba los colores hasta al trabajo, incluso esa gente que no quería que lleguemos solamente les sirvió para darnos más fuerzas, esa misma fuerza que tuvimos para seguir adelante como Ariosa, como Richard Ortiz, como Ever Hugo, como Oscar Horacio, como Osvaldo, como William Paats, esa fuerza que solamente nos produce el decir a boca llena y el pecho inflado: soy olimpista, hoy y siempre, soy del equipo más glorioso de Paraguay, decano del fútbol, rey de copas, el viejo y peludo Olimpia, ese club que tiene estas cosas, un día se levanta y nos lleva a una final continental, después se vuelve a dormir durante décadas, pero que siempre nos tiene sentados en sus gradas, coreando sus cánticos, vistiendo sus colores, gritando a todo pulmón frente a cualquiera: ya va saliiiiir, ya lo veraaaaan, ES EL CAMPEÓN CONTINENTAL!!!
Me despido de ustedes dándole las gracias a los que me permitieron vivir con ellos esos 7 meses llenos de felicidad, esos que me abrieron las puertas de sus casas, esos que compartieron un asado y cervezas, esos que al igual que yo, lloraban y se abrazaban al final de cada partido, esos que corrían a Para Uno a cantar conmigo por una victoria más, esos que aquella noche lloraron conmigo en silencio por no haber alcanzado la meta, al Olimpia lo hace grande su gente y ese premio, esa final, esa copa, ya nadie nunca nos la podrá quitar!
Texto de @Loslupis.