Camino a la 40: las claves del triunfo de Olimpia en el Clásico

Una de las mejores sensaciones en la vida es solo depender de uno mismo para lograr los objetivos. Así se siente hoy Olimpia, instalado en la cúspide del campeonato, superando por 2 puntos a Cerro Porteño. Llegar a la punta era el objetivo, pero hacerlo con una victoria en un Clásico le da un sabor más dulce y un toque especial.

La victoria de Olimpia fue contundente e inobjetable y estas fueron las claves.

La paliza táctica del Chiqui

En un partido donde ambos equipos juegan por la punta del campeonato, la motivación puede ser una camisa de fuerza creada por los nervios y la ansiedad, o puede ser una inyección de adrenalina, enfocando los sentidos y acelerando el pulso. Por suerte para todos los hinchas, los jugadores entraron con la segunda mentalidad, ofreciendo un partido de altísima intensidad, siempre dejando a los fanáticos al borde del infarto.

Desde el pitazo inicial, en medio del juego intenso, se pudo ver a un Olimpia diferente al del anterior Clásico, aquel equipo perdido, sin ideas, sin marcas y superado en todas las líneas. En este partido el Decano se imponía en lo físico y en lo mental y la clave estuvo en como preparó “Chiqui” Arce el planteamiento táctico, quien dijo que fue un partido casi perfecto.

En sus equipos anteriores Arce siempre buscaba usar la presión y el control de la pelota como ejes de su sistema. Para este partido tiró todo eso por la ventana, retrocedió el reloj e implementó el viejo y confiable 4-4-2. En lugar de ir encima de los defensas y mediocampistas cerristas, los jugadores franjeados permitían a Cerro llegar sin molestias hasta la mitad de la cancha. A partir de ahí el mediocampo armaba el primer muro de contención, buscando aislar a Jonathan Fabbro con la marca personal del trío de Paniagua, Riveros y Vargas.

El golazo de Vargas que abrió el camino al triunfo (ABC Color)
El golazo de Vargas que abrió el camino al triunfo (ABC Color)

Cuando Cerro subía con la pelota, la intención era de no permitir desbordes, de juntar los ataques hacia el medio como si fuera un embudo, y cuando los delanteros azulgranas seguían el camino indicado, eran asfixiados por la sofocante y ordenada marca de defensas. De esta manera podían proteger a su línea defensiva de una pelea que seguro perderían en el uno a uno y también preparaban la fase ofensiva. En una de las pocas jugadas donde el Ciclón avanzó por los costados vino el 1-1, con un gran desborde y centro de Rodrigo Rojas para el cabezazo de Jonathan Santana.

Como una araña que atrae a su presa hacia su telaraña, Olimpia esperaba pacientemente la subida de los laterales y mediocampistas cerristas para recuperar la pelota e iniciar un veloz contraataque cuando los rivales ya estaban fuera de posición y en su estado más vulnerable. Cada contraataque hacía derrumbar la solidez defensiva de Cerro, los relevos ordenados reemplazados por corridas y barridas desesperadas, jugadas que arrancan aplausos de la hinchada, pero que demuestran que los jugadores están fuera de posición para detener las jugadas.

En la zona ofensiva “Chiqui” decidió por poner a jugadores rápidos y luchadores antes que a creadores como Juan Manuel Salgueiro, porque sabía que la fortaleza de su equipo yacía en ataques a pura velocidad, aprovechando los costados.

El “Tiburón” Torres nunca pudo cambiar el sistema para poder romper este esquema de marca paciente y contraataques letales. Lo único que lograba su equipo era un dominio estéril de la posesión, pasando la pelota sin peligro para el arco de Diego Barreto. Capaz para talibanes de la posesión como Diego Latorre jugar así es sinónimo de victoria, pero para Cerro solo dirigía al equipo hacia el abismo de la derrota.

Cambios fundamentales

En los cambios también se noto la supremacía del “Chiqui” sobre el “Tiburón”. Su primer cambio fue poner a Robert Piris da Motta, cambio que permitió al equipo subir a presionar más arriba, sabiendo que tendrían al joven mediocampista atrás para evitar los posibles ataques rivales. El siguiente cambio también fue un acierto, haciendo ingresar a José Ariel Nuñez, quien con su velocidad se aprovechó de los espacios dejados por la defensa. Fue una de sus corridas la que llevó al tiro libre que convertiría Ale Silva.

Mientras que “Chiqui” realizaba cambios tácticos para modificar cada sector del campo, el “Tiburón” usaba la vieja táctica del técnico que quiere remontar pero que no tiene ideas de como hacerlo: meter delanteros. El ingreso de Beltrán, Borja y Rojas no hizo que el equipo sea más peligroso o más incisivo, sino que mantuvo el sistema que nunca pudo romper el cerrojo defensivo decano.

La falta de reacción de Cerro ha sido un problema en el Clausura, ya que no han ganado ninguno de los 5 partidos en los cuales el rival convirtió el primer gol. Mientras que en el Apertura fueron el equipo de las remontadas, en este torneo ese toque mágico ha desaparecido.

El liderazgo de “Crischano”

Fue una diagonal que abrió quirurgicamente el corazón de la defensa cerrista, que no fue hecha por un puntero veloz y habilidoso, sino por un defensa que este campeonato se ha puesto el equipo al hombro y se destaca por su liderazgo, una férrea capacidad de marca y una repentina capacidad para ser una peligrosa arma en el lado ofensivo: Salustiano Candia. Sus constantes subidas por el carril izquierdo le han ganado el mote de “Crischano”, y aquella diagonal para la asistencia a Pablo Zeballos parecía sacada del libreto del portugués.

El Chano es el corazón del equipo
El Chano es el corazón del equipo

Candia ha sido un punto de referencia hasta en los peores partidos de Olimpia, destacándose en aquella fatídica serie contra Independiente. Su liderazgo positivo se ve reflejado en la unidad del equipo, todos apuntando hacia un mismo objetivo sin ser descarrilados por intereses personales. Esto es fundamental en cualquier equipo, más aún uno que queda afectado emocionalmente tras ser eliminados de competiciones continentales.

Además de Salustiano, otro jugador fundamental fue Cristian Riveros, quien tardó casi 10 meses en demostrar que es el refuerzo “Clase A” de Marco Trovato. Imponiendo presencia en el mediocampo, la pelota parecía atraída por un imán hacia sus pies, recuperando pelotas y cubriendo toda la zona.

El derrumbe azulgrana

Mientras que en Olimpia casi todos tuvieron su mejor tarde, en Cerro varias actuaciones parecieron salidas de una pesadilla, principalmente la de su arquero, Cristian Alvarez. Alvarez siempre ha resaltado en los clásicos, primero por el escándalo antidoping, que apuntaba principalmente a él, y ahora con su actuación para el olvido que le costó a Cerro el partido. En los dos tiros libres los goles son atribuibles a sus intentos fallidos de anticipo, que lo dejaron pagando y con la pelota al fondo de la red.

Mientras tanto la tan alabada defensa azulgrana ha comenzado a resquebrajarse. El equipo se había mantenido en la punta gracias a su capacidad de no recibir goles, pero ahora ya han recibido 5 en 2 partidos. Los tres goles franjeados vinieron por el carril derecho, aprovechando las subidas de Bonet y la lentitud de Lugano para darse un festín por aquel costado.

Uno de los goles donde Cristian Alvarez tuvo responsabilidad {ABC Color)
Uno de los goles donde Cristian Alvarez tuvo responsabilidad {ABC Color)

Jugadores que antes eran claves como José Ortigoza y Sergio Díaz hoy fueron neutralizados, absorbidos por el esquema táctico del rival. Los únicos que probaron al arco fueron Jonathan Santana, quien se destacó más por esto que por su trabajo defensivo, y Jonathan Fabbro, quien casi empató el partido en el segundo tiempo, pero cuyo grito de gol fue impedido por una gran tapada de Diego Barreto.
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Desde la previa el enfoque de todo el equipo estaba en quejarse del arbitraje antes que enfocarse en como ganar dentro de la cancha, buscando esa supuesta “ventaja psicológica”, una de las grandes mentiras que se utiliza para que los dirigentes sean los protagonistas antes que los jugadores. No fue solo una cuestión dirigencial, al terminar el partido tanto el “Tiburón” Torres como Fidencio Oviedo culparon al árbitro y a la prensa por la derrota, evitando así culparse a ellos mismos y buscar corregir los errores.


Según el calendario restante, todo parece indicar que Olimpia tiene la ventaja para llegar a la 40. Mientras que Cerro enfrenta a los rivales más difíciles como Guaraní, Libertad y Sol, el Decano solo enfrenta a equipos de media tabla para abajo. Al sumarle esto a su cada vez mejor nivel dentro de la cancha y la unidad de su plantel, obtener el campeonato parece una realidad inalterable. Nada está asegurado, pero desde ayer Olimpia se ha convertido en el capitán de su destino.

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Juan Pablo Zaracho

Como jugador, un buen lector de libros.

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