El fútbol, es sin dudas, el deporte más importante del mundo, tal vez más popular en algunas partes y en otras no tanto. Eso sí, este deporte nunca pasa desapercibido. En esta parte del globo lleva la delantera sobre cualquier otro deporte, un fenómeno social y cultural que mueve a mucha gente.
Confieso, sin embargo, que de niño no era muy aficionado a la pelota, aunque promediando los 8 años empecé a jugarlo con amigos del barrio y primos. En las vacaciones nos ingeniábamos para no hacer la siesta obligatoria en aquellos tiempos para ir a jugar en la canchita del barrio, todos peleaban por ser los jugadores más renombrados de la época: Maradona, Pelé, Hugo Sanchez, Goycochea, Romerito, Cabañas, Almeida, o el “gato” Fernández. El primer mundial que recuerdo muy bien es el de Italia 90, donde yo simpatizaba por los locales, y mi ídolo era el “Toto” Schillachi, en ese tiempo no dimensionaba muy bien el porqué no estaba presente mi país.
Para el mundial de Estados Unidos 1994, ya adolescente, iba comprendiendo mejor el sistema de clasificación y seguí la campaña de nuestra selección en las eliminatorias, donde el fútbol demostraba que antes de los partidos de la última fecha entre Perú vs. Paraguay y Argentina vs. Colombia, la eliminación era casi un hecho consumado y los partidos se jugaban solo para completar el calendario. Pero esa tarde el fútbol mostraría porque es uno de los deportes más apasionantes, en Buenos Aíres al compás de Valderrama y compañía Colombia estaba propinando una histórica paliza a Argentina por 5-0, para lo cual Paraguay necesitaba ganar a Perú para clasificar al repechaje, las cosas parecían fáciles, los incaicos ya eliminados no debían oponer mucha resistencia, pero la selección no pudo ganar y termino empatando 2-2, nos faltó 1 gol para ir al repechaje y probablemente a un nuevo mundial. El golpe se sintió pero no en la magnitud esperada, tal vez por la ausencia en Italia 90 y mis nulos recuerdos sobre México 86.
A partir de Francia 1998 llegaría la época más dulce y exitosa de la albirroja, con clasificaciones a 4 mundiales seguidos (Japón – Corea 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010), nos dimos el gusto de derrotar a Argentina –por primera vez- en partidos oficiales, e imponer un respeto en Sudamérica y el mundo, por su juego aguerrido y combativo, considerada en algún tiempo como “la mejor defensa de Sudamérica”.
La albirroja tocó su techo histórico en los mundiales en Sudáfrica 2010, donde de la mano de Gerardo “Tata” Martino llegamos a ubicarnos entre los 8 mejores del mundo, perdiendo 1-0 ante quienes luego serían los campeones del mundo: España. Quien recuerde aquel partido sigue teniendo la herida abierta. Andrés Iniesta el “cerebro”, conductor de la selección española confesó luego que el rival más duro que tuvo España fue nuestra selección y que si se llegaba a convertir el penal malogrado por Oscar “Tacuara” Cardozo la historia hubiese sido diferente.
Un año más tarde alcanzaríamos un inédito vice campeonato de la Copa América 2011 jugada en Argentina, llegando a la final sin haber ganado un solo partido (5 empates y 2 victorias en la tanda de penales). En la final caímos 0-3 ante Uruguay con total justicia.
A pesar de la alegría del sub-campeonato, Gerardo Martino comunicó a la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) que no seguiría como entrenador de la selección mayor. Coincidente con esto, el ciclo exitoso de muchos jugadores había llegado a su fin, y el temido “recambio” de jugadores ya era una realidad. Sí, ese mismo “recambio” que dejó sin mundiales a selecciones como: Colombia, Ecuador, Chile y Uruguay, ahora nos tocaba a nosotros.
Sumado a esto, las decisiones dirigenciales no fueron las mejores, los entrenadores Francisco Arce, Gerardo Pelusso y Victor Genes (en menor medida) nunca encontraron la brújula para poner a esta selección en su quinto mundial consecutivo, y tan cerca de nuestro terruño como Brasil, donde seguro muchos compatriotas incluyéndome iban a tener la oportunidad de acompañar a su país a la máxima cita del fútbol mundial. Y para que duela más solo 4 países de Sudamérica no estarán: Bolivia, Perú, Venezuela y nosotros que culminamos en el último lugar de las eliminatorias, algo que no ocurría por lo menos hace 20 años.
Nuestra eliminación se consumó matemáticamente en setiembre de 2.013, pero todos los analistas deportivos coincidieron que por el nivel futbolístico demostrado, la dura noticia llegó mucho antes. Y de seguro que las generaciones del 90 para delante no vivieron un mundial sin la selección nacional.
Pero lo más duro recién está llegando ahora, a medida que nos acercamos al mundial, cada vez duele más no haber clasificado, ya todas las selecciones dieron su lista de convocados, y la linda costumbre que teníamos a menos de 1 mes de jugar con tal o cual equipo, o de saber la lista definitiva de los 23 jugadores que iban a quedar, se ha roto. A estas alturas las ciudades estaban vestidas de banderas paraguayas y las personas paseaban con la albirroja puesta, estudiábamos a los rivales como si fuéramos los técnicos de una selección que a pesar de no estar, no debe perder el prestigio ni respeto de los Chilavert, Gamarra, Ayala, Cardozo, Haedo, Cabañas, Santacruz y muchos otros han sabido ganarse.
Luego de 24 años nuevamente tendré que hinchar por alguna selección que no es la mía, pero con la firme ilusión de dar rápidamente vuelta la página y decir: “Presente” en la lejana Rusia en el 2018.
Nota del editor:
Texto de Oscar Daniel Arce (@OscarArceRe).
Gracias por el aporte.