El fútbol ofrece tantas aristas para analizar que hoy trataremos de encontrarle la vuelta a uno de sus puntos más polémicos: La verdadera función del DT. Sobran ejemplos y casos en donde se pone en tela de juicio el valor que tiene lo que realiza un estratega al frente de un plantel de fútbol. Para algunos, puro humo. “Los que entran a la cancha son los jugadores”, dicen, desde un bando -a lo que no le falta literalmente ninguna verdad- aquellos que están en contra de darle tanta importancia a la función del director técnico. “Los jugadores entran a la cancha, pero el que los elige, es el DT” dicen los otros, sin faltar a la razón, igualmente, desde el bando de los que defienden la investidura del Técnico. Por eso, es difícil definir una postura radical ante esta situación. Mas, repasemos algunos ejemplos a ver si podemos hallar en ellos algo que nos ayude a dar con la verdad;
El caso más reciente y digno de admirar es el que se da con Diego Pablo Simeone; El Cholo agarró un equipo en franca decadencia (estaba a 4 puntos de pelear el descenso) como el Atlético del Madrid, con un plantel sin superestrellas y lo llevó en menos de cuatro años a un sitial que el club no podrá olvidar jamás, y mucho menos sus hinchas. Campeón de Liga, de la UEFA y dos minutos de resistencia lo privaron de celebrar la Champions 2014.
Pero he aquí lo raro de la historia del Cholo. Este Simeone es el mismo que en la temporada Apertura 2008 salió último con el club Atlético River Plate, uno de los más grandes de Argentina y de Sudamérica, campaña que a la postre, condenó a esta gloriosa institución a saborear algo hasta entonces impensado: El descenso de categoría.
¿Hasta qué punto se puede medir la famosa “mano del entrenador” en un equipo? ¿Cuán importante es la labor del estratega a la hora de ganar un partido? ¿Qué inyecta, desde lo psicológico y espiritual un DT?
El ejemplo de Simeone en el Atlético parece no resistir ningún elemento en contra: La campaña del equipo colchonero se debe en gran medida a la llegada del entrenador argentino, y esta conclusión no resulta de un análisis simple, sino que se refuerza en las declaraciones de los propios jugadores del Atletico y sus dirigentes. El Cholo no solo ha dado una propuesta futbolística, sino que fue mucho más allá: Impregnó de espíritu solidario un equipo que estaba sin alma y dotó de pensamiento ganador a un grupo de jugadores que, salvo David Villa, jamás había logrado gozar del néctar de una Liga.
Lo del Cholo contrasta directamente con lo ocurrido con su compatriota, Gerardo “Tata” Martino. Llegó a un Barcelona que con los 4 años anteriores de Guardiola solo estaba acostumbrado a ganar y a mostrar un fútbol que deslumbró a todos. Martino perdió cada campeonato que disputó con un equipo cargado de estrellas y que tiene en Messi a su figura principal. El azulgrana deambuló por la Champions, perdió la final de la Copa del Rey frente al Real Madrid -que ganó este año la Champions, para peor de Martino- y se quedó sin Liga en el propio Camp Nou, en donde justamente los muchachos del Cholo festejaron el título, algo que nunca había ocurrido frente a los ojos baulgranas.
Los exjugadores como DT
Un tal José Mourinho vino a desterrar para siempre aquella hipótesis de que solamente un exjugador puede llegar a ser buen DT y obtener logros. Si bien existieron muchos otros grandes entrenadores que no fueron jugadores -para tomar un caso cercano, está Sergio Markarian- lo de Mourinho vale como referencia sobre todo por el magnetismo mediático que supo lograr, a la par de los títulos.
Más allá del sistema utilizado -que no es del agrado de quien escribe estas líneas- los títulos de Mou son imposibles de objetar. Equipo al que llegó, lo puso arriba. Su carácter irritable y pedante, parece ser una capa que Mou utiliza para el exterior, porque sus jugadores, en la mayoría de los casos, se han matado por sus equipos y defienden sus esquemas. Que lo diga Frank Lampard, el ídolo del Chelsea, quien lo considera el entrenador más motivador que tuvo. Claro que Mourinho también es un tipo dedicado a lo táctico hasta la exasperación, poniendo en práctica lo que aprendió de sus maestros Bobby Robson y Louis Van Gal, con quienes trabajó en el Barcelona.
Así como hay grandes entrenadores que nunca patearon una pelota, también están los que dentro de la cancha la movían como los dioses, pero siendo DTs fracasaron. Sin ir más lejos, el caso más esclarecedor es el de Diego Armando Maradona; Ya siendo DT de Mandiyú de Corrientes no le fue bien, y su paso por Racing fue sin pena ni gloria. La AFA le dio la selección Argentina por aquello de que tal vez el Maradona del 86 pueda ser el mismo guía desde el banco, pero la realidad fue dura con los argentinos; Una clasificación angustiante para el Mundial de Sudáfrica 2010, un par de vergonzosas declaraciones como estratega de la selección argentina y la inolvidable paliza de Alemania en Sudáfrica marcaron la salida de Diego por la ventana. Hoy, Maradona está en el fútbol árabe.
Por citar un caso mucho más cercano; lo que sucedió con el Nino Arrúa. ¿Alguien, en su sano juicio, negaría la calidad como jugador del Nino? Pero su trayectoria como jugador no coincidió con el de director técnico. Se fue de Cerro casi insultado, en el año 2000, cuando el azulgrana perdió 4 a 1 en la Olla contra River Plate por Copa Libertadores.
Entonces, ¿cuál es la verdad de la milanesa? ¿Quién puede ser el verdadero técnico? Aquel que jugó y conoce un vestuario? ¿O aquel que, desde la sapiencia se dedicó a elucubrar estrategias técnicas para cada partido? O tendremos que buscar únicamente, a aquel que supo emancipar ambas experiencias para su beneficio?
Podrá ser, quizás, el español Pep Guardiola, uno de los referentes en esta casilla. Brillante como jugador, como DT hizo del Barcelona la atracción del Mundo, y obtuvo 14 de sus 18 torneos que disputó hasta ahora, incluyendo el último campeonato alemán con el Bayern Munich. En esta misma línea se podría ubicar a Carlos Bianchi, goleador en su época y multicampeón con Vélez y Boca, en Argentina. O también, al ilustre Luis Cubilla, que fue gloria del fútbol uruguayo y también le dio sus mejores logros al Olimpia de nuestro país.
En una hermosa nota que hace referencia a este tema, el gran Juvenal recordaba en El Gráfico lo que decía Angel Labruna, gloria riverista, con respecto a los DTs: “El director técnico es la doceaba parte del equipo”. Es decir, Labruna lo suma, al equipo, al director técnico.
“Al margen de lo que pida tal o cual entrenador, la libertad dentro de la cancha tiene el jugador siempre”; lo dijo el “príncipe” Enzo Francescoli, también consultado sobre la trascendencia de un DT.
Es difícil, por lo tanto, tener la verdad absoluta sobre este asunto. Pero como se dice en las canchitas de barrio: “El único técnico que vale es el que gana”, al parecer, esta pragmática explicación podría servir para tratar de encontrar la respuesta correcta.