El aguatero que ganó la Copa América de 1953

Si hubiera que elegir un momento cumbre en la historia de la selección paraguaya sin dudas sería el primer título continental obtenido por la Albirroja en 1953. Tras pasar décadas olvidados bajo las sombras de los gigantes de América, un grupo de jugadores y técnicos estuvieron dispuestos a romper la hegemonía y obtener la máxima gloria sudamericana para nuestro país. Entre las decenas de historias y anécdotas que nos dio este torneo está la de un jugador que había ido para completar el banco y ayudar al cuerpo técnico, pero al final terminó siendo el hombre clave para que Paraguay pueda levantar el trofeo de campeón.

Si hubiera que elegir un momento cumbre en la historia de la selección paraguaya sin dudas sería el primer título continental obtenido por la Albirroja en 1953. Tras pasar décadas olvidados bajo las sombras de los gigantes de América, un grupo de jugadores y técnicos estuvieron dispuestos a romper la hegemonía y obtener la máxima gloria sudamericana para nuestro país. Entre las decenas de historias y anécdotas que nos dio este torneo está la de un jugador que había ido para completar el banco y ayudar al cuerpo técnico, pero al final terminó siendo el hombre clave para que Paraguay pueda levantar el trofeo de campeón.

“Locales” en Lima

Para el Campeonato Sudamericano de 1953 Paraguay había sido designada como sede por segunda vez, y al igual que en 1924, cuando otorgó la sede a Uruguay por no contar con infraestructura necesaria y en homenaje a los campeones olímpicos charrúas, el torneo no sería disputado en Asunción, sino que se jugaría en el Estadio Nacional de Lima, Perú. El hombre encargado de liderar a la Albirroja sería el mismo que hacía 3 décadas iba y venía del puesto de técnico de la selección, el “Brujo” Manuel Fleitas Solich.

El "Brujo" Fleitas Solich, el más grande técnico paraguayo de la historia
El “Brujo” Fleitas Solich, el más grande técnico paraguayo de la historia

En el Campeonato anterior de 1949 Paraguay había disputado un partido de desempate con Brasil por el campeonato, partido al cual llegaron tras ganarles en la última fecha en el Sao Januario de Río de Janeiro. En el partido desempate el equipo brasileño los aplastó por 7 a 0 y se llevó el título. Para este torneo Fleitas Solich no dejaría nada al azar e hizo trabajar sin cesar al equipo por 3 meses antes de la competencia, instalados debajo de las gradas del Estadio Sajonia, en pleno verano asunceno. El régimen era tan estricto que hasta se prohibió el consumo de alcohol, algo impensado en aquella época.

El equipo tenía a varias figuras importantes como el arquero Adolfo Riquelme, el “Sargento de Hierro” Heriberto Herrera, el capitán Rubén Fernández, Ángel Berni y varios otros. Con mucha esperanza el equipo viajó a Lima y comenzó con un inobjetable 3-0 sobre Chile. En los siguientes partidos el equipo tropezó con rivales dificiles y con su propia torpeza, ya que en el empate 2-2 contra el local Perú, Fleitas Solich realizó 4 cambios, por lo que los puntos terminaron yendo para el anfitrión. En ese partido también perdieron a su principal suplente, Milner Ayala, quien prendió un puñetazo al árbitro inglés, un golpe merecido según las crónicas de la época.

Tras un empate con Uruguay y un triunfo sobre Bolivia la tabla de posiciones estaba así en la última fecha (hay que aclarar que Argentina no participó en esta edición):

  1. Brasil: 8 puntos
  2. Peru: 7 puntos
  3. Paraguay: 6 puntos
  4. Uruguay: 5 puntos

Paraguay debía enfrentar a Brasil el 27 de marzo y al día siguiente jugaban Peru contra  Uruguay, estos últimos sin posibilidad de campeonar ya que los triunfos solo valían 2 puntos en aquel entonces.

Los 5 minutos del aguatero

La única esperanza que tenía Paraguay era derrotar a Brasil y esperar el milagro en el partido de Peru-Uruguay. El equipo del “Brujo” estaba en su mejor momento, gracias a la tremenda preparación física antes del torneo. En el primer tiempo el partido fue muy reñido, pero Nilton Santos abrió el marcador para el equipo que por última vez vestiría el uniforme blanco con cuello azul, siendo reemplazado por la hoy emblemática “verdeamarelha” al año siguiente. A pesar de ir abajo Paraguay buscó remontar y logró empatar con un gol de Atilio López.

En el segundo tiempo la Albirroja no podía encontrar la fórmula para llegar al gol. Fleitas Solich buscaba la forma de romper el cerrojo brasileño, y no tenía a su suplente predilecto, el suspendido Milner Ayala. A falta de 5 minutos llamó al hombre a quien nadie esperaba: Pablo Léon, wing derecho de Guaraní. León no jugó un solo minuto en el torneo y era tan poco probable que juegue que tomó el rol de aguatero de sus compañeros, ya que era una época donde las delegaciones eran minúsculas y se necesitaba la ayuda de todos para el plantel.

Al llamarlo, Fleitas Solich le dice a León: “eike ha egana chéve ko partido”. León entró como la última esperanza del equipo y el factor que capaz sorprenda a un Brasil que ya se sentía listo para un partido extra con Perú. Cuando le llegó su primera pelota, encaró hacia el arco y con un potente tiro venció al arquero, poniendo el 2-1 que dejaba a PAraguay con 8 puntos y a la espera del resultado de Peru-Uruguay.

El milagro de los aguafiestas y la consagración

Los campeones de vuelta con el trofeo
Los campeones de vuelta con el trofeo

Todos esperaban que Perú se consagre frente a su público. Era tanta la certeza que Fleitas Solich ese día tomó un avión hacia Buenos Aires para negociar un contrato con un nuevo equipo. Finalmente la selección uruguaya dio el batacazo del torneo, aguándole la fiesta a los peruanos al ganar por 3-0, volviendo a ser los aguafiestas 3 años después del “Maracanazo” en el Mundial de 1950. Con este resultado Paraguay y Brasil debían repetir lo ocurrido en 1949, un partido desempate para ver quien se llevaría el título.

El partido debía jugarse 4 días después, el miercoles 1 de abril. Fleitas Solich solo llegó unas horas antes a Lima, una situación verdaderamente insólita. En el partido los jugadores paraguayos demostraron que entraron a la cancha con la mentalidad de destruir a sus rivales, ganando por 3-0 al terminar el primer tiempo. En el segundo Brasil descontó 2 goles, pero con la garra guaraní Paraguay pudo aguantar y desatar la algarabía en todo el país desde el momento que se supo la noticia desde la lejana tierra incaica.

Aquel partido definitorio vio a Pablo León en su misma faceta de todo el torneo, repartiendo agua para sus compañeros que lo necesitaban. Esos 5 minutos fueron sus últimos minutos jugando con la selección paraguaya. Algunos necesitan una vida entera para dejar su marca en la historia de su país, pero Pablo León solo necesitó de 300 segundos para plasmar su nombre en la página más importante de la selección paraguaya y del deporte nacional.

Fuentes: La semana santa felíz de 1953 – ABC Color
Paraguay, 1953, and the Waterboy of Lima – Ralph Hannah
80 años de fútbol en el Paraguay – Miguel Ángel Bestard

Imagen por defecto
Juan Pablo Zaracho

Como jugador, un buen lector de libros.

Artículos: 117