El año 1998 fue uno de los más dolorosos para todo paraguayo y futbolero. Un hermoso domingo de junio, la Selección Paraguaya caía ante los locales de Francia con aquel “gol de oro” en el Mundial de Francia 1998.
Un suceso que significó una puñalada al corazón, tras esquivar y soportar como caballeros santos, la tremenda encrucijada que metía una Francia, que estuvo a minutos de ser eliminada en su propia tierra.
Era un 28 de junio de 1998, cuando Paraguay era eliminado de la Copa del Mundo de “Francia 98”, ante los propios anfitriones, en un partido infartante y que en teoría, sería un trámite para los locales, pero terminó siendo toda una pesadilla.
Éste era el primer Mundial de la Albirroja después de aquel “México 86”, que tanto nos hablaban nuestros viejos y que tan poco nos importaba, porque éramos unos niños que ya estábamos viviendo un Mundial, como algo normal, alejado de las amarguras y decepciones de las generaciones pasadas.
Todo era genial, Ricky Martin ponía sonido al Mundial con “La Copa de la Vida”, una de las últimas buenas canciones que tuvo un Mundial, tras el hermoso tema compuesto por Giorgio Moroder, “Un’ Estate Italiana,” interpretada por: Gianna Nannini y Edoardo Bennato en Italia 1990.
El equipo nacional dirigido por el brasileño Paulo Cesar Carpegianni, venía de zafar “el grupo de la muerte” que incluía, además de Bulgaria, a una Nigeria campeona Olímpica de Atlanta 1996 -que venció en la final a Argentina- y una España que ya se sentía campeón, antes de jugar el Mundial.
Tras un aburrido 0 a 0 contra Bulgaría, donde igual Paraguay jugó uno de sus mejores partidos tras las eliminatorias, donde clasificó como segundo y eso daba la ilusión de que un milagro podía hacernos clasificar a 8vos de final, de ese “grupo de la muerte”, donde todos nos veían como muertos o desperdicio de participación.
La Albirroja debutaba una mañana de sábado (hora en Paraguay) contra una complicada Bulgaria y con un Chilavert en el arco, que fue nuestra figura más ofensiva en ese partido:
Paraguay jugaba con una remera alternativa, participaban muchos jugadores de la escena local como un joven Denis Caniza y Carlos Humberto Paredes que militaban en Olimpia y como centro delantero, estaba José Cardozo del Toluca, que no tenía la mejor puntería en ese entonces.
El equipo no brillaba en su ataque, pero si en su defensa, esa era nuestra mejor arma, aparte de ser nuestra cuota goleadora en las eliminatorias, ahí estaban Celso Ayala y “El colorado” Carlos Gamarra en el fondo, haciendo una muralla imbatible y quizás, una de las mejores defensas del todos los tiempos y encima teniendo detrás, al mejor arquero del mundo, como lo era José Luís Chilavert.
El siguiente partido era decisivo, tras el empate ante Bulgaria, muchos veían difícil la estadía de la Selección en este Mundial y el rival que venía era nada más y nada menos que España, que llegaba derrotada ante Nigeria, algo que sorprendió a todos y que significaba que contra Paraguay, iban a salir a matar, a masacrarnos y así dar un paso adelante en su clasificación. Pero los españoles, no sabían que se iban a medir, ante una defensa de acero.
Aquí una jugada de gol español, que Celso Ayala le saca al argentino nacionalizado español, Juan Antonio Pizzi (actual DT de Arabia Saudita en Rusia 2018), tras una fenomenal tapada de Chilavert, a un tiro cruzado de Raúl:
Los españoles se querían matar, no tenían otra que golear a Bulgaria y rezar para que Paraguay pierda contra Nigeria, que ya estaba clasificada tras derrotar a Bulgaria, pero así también, Paraguay tenía una ilusión y una mejoría tremenda en manejos de presión, por lo que se estaba confiado en hacerle un gran partido a los nigerianos. Era el último obstáculo para vencer al grupo “D de la muerte”, para luego esperar el resultado de otros encuentros, para saber quién sería el rival en 8vos de final.
La Selección se puso en ventaja rápidamente en lo que sería el gol más tempranero de ese Mundial, con un cabezazo de Celso Ayala, a los 59 segundos de iniciarse el encuentro. Luego empatarían los nigerianos en el primer tiempo y así se iban a los vestuarios. El país soñaba con una clasificación, porque se podía, entonces Miguel “el peque” Benítez, pone el 2 a 1 parcial, con un flechazo al ángulo del arquero, que nos daba la clasificación. Luego un muy suertudo José “el Pepe” Cardozo, le pegaba con el suplemento deportivo y así sellaba el 3 a 1 final, tras un tonto error del portero nigeriano.
Todos celebramos lo que creíamos imposible meses atrás y el siguiente rival era Francia, los locales que querían ser campeones por primera vez y que no iban a perdonarle nada a nadie. Si el mundo veía a Paraguay degollado en los inicios dentro del “grupo de la muerte”, con el próximo rival, todos nos veían como un aborto natural, es decir, nadie daba un mango por la selección paraguaya.
Los franceses venían muy confiados, pero con una baja muy importante, que daba un poco de esperanzas a la Selección guaraní, debido a la ausencia por suspensión, de uno de los mejores jugadores del mundo (y de todos los tiempos) como lo era Zinedine Zidane, quien había sido expulsado en la primera ronda.
El partido se iba a disputar en el estadio Félix Bollaert de la ciudad de Lens, con un imponente público que esperaba un festival de goles de su selección, frente a un puñado de hinchas paraguayos, que fueron a alentar a la menos favorita, entre ellos, el ex Presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy.
La Albirroja salía a la cancha en busca de una hazaña histórica con:
1- José Luís Chilavert
2- Francisco Arce
4- Carlos Gamarra
5- Celso Ayala
11- Pedro Sarabia
10- Roberto Acuña
13- Carlos H. Paredes (Cambiado por Denis Caniza a los 74′)
15- Miguel Benitez
16- Julio Enciso
9- José Cardozo (Cambiado por Arístides Rojas a lo 91′)
21- Jorge Campos (Cambiado por Julio César Yegros a los 55′)
El partido fue como se esperaba, Francia salió a buscar el resultado desde el inicio, Paraguay tenía que aguantar con el corazón y quizás, conseguir lo impensado de contra golpe. Paraguay generó muy pocas situaciones de gol, frente a un rival que se encontró con una defensa que se jugaba cada pelota como la última y un arquero que intervino en ocasiones increíbles.
Los segundos eran horas y Francia parecía que se ponía en ventaja con un remate de Thierry Henry que dio en el palo derecho de Chilavert, cuando éste le salió a achicar. Paraguay estaba teniendo demasiada suerte y todo parecía que íbamos a vivir el alargue, con la nueva modalidad llamada “gol de oro”, es decir, “el que mete gana”, como cuando jugabas fútbol en el recreo del colegio mientras sonaba el timbre y era la única forma de definir un pleito.
Esos últimos 30 minutos del alargue ocasionaron brotes de taquicardia, presión alta y úlceras por cada pelota que iba al área paraguaya.
Los franceses estaban nerviosos, Zidane estaba en el banco de suplentes observando y no lo podía creer, si Francia se eliminaba, iba a ser por su culpa, porque todos sabían que si se llegaba a los penales, Paraguay iba a salir victorioso.
Concluía el primer tiempo del alargue y Chilavert les decía a todos que aguanten un poco más, que él después iba a atajar 3 penales y era cierto. Carlos Gamarra se encontraba con un hombro dislocado y había pedido cambio en reiteradas ocasiones al técnico, pero éste le dijo que aguante unos minutos más, ya que había quemado todos los cambios y faltaba muy poco para que finalice el encuentro.
Y fue así que finalmente, al minuto 8:30 del 2do tiempo del alargue, un centro corto al área guaraní, pero envuelta llamas, cae sobre la cabeza de David Trezeget, quien saltó solo debido a la incapacidad de Gamarra de poder pelear esa pelota “hombro a hombro”, por su grave lesión, entonces el “franco-argentino” la baja al suelo, a un Laurent Blanc (defensor que también subió al ataque) que sentenció el sueño paraguayo, con un remate cara a cara con Chilavert, a quien le roza ese balón entre sus brazos.
Los franceses que se quedaron en el estadio (ya que varios habían abandonando el mismo), pegaron el grito al cielo y quizás, ese fue el gol que más habrán gritado en ese Mundial, que finalmente llegó a sus manos. Por su parte, los jugadores paraguayos iban cayendo al suelo uno por uno, sumergidos en un llanto desconsolado, algo nunca antes visto en un Mundial.
Las lágrimas paraguayas recorrieron y conmovieron al mundo entero, a tal punto que los franceses agarraron el mapa mundi y comenzaron a localizar donde quedaba Paraguay y de donde salía semejante amor propio y entrega inigualable. La Albirroja se despedía con honores y hasta sería homenajeado por el pueblo de la ciudad de Clapiers, donde los paraguayos concentraron, quienes le cambiaron el nombre de una de sus calles por la de: “Paraguay 98”.
Por su parte Chilavert, el capitán que ganó mucho en esta vida, fue el que tomó las riendas de la difícil y sumamente dolorosa situación, alzando a sus compañeros que estaban tirados en el césped, en una demostración de coraje y de que había que retirarse con la frente en alta, porque se había dejado todo. Pero todo líder carismático, también tiene su lado humano y tras levantar a todos los guerreros caídos, éste se dirige a su arco, recoge sus pertenencias y un ayudante técnico lo abraza, para que finalmente el Chila, derrame unas lágrimas a escondidas.
Posteo de Orlando Salerno, conocido olimpista, fanático de la música y un gran teórico del fútbol, como todos nosotros en Cancha Chica.