Acá en Cancha Chica tenemos como propósito mostrar la parte del fútbol que no se ve. En algunos casos terminamos yendo hacia el otro extremo, enfocándonos en aquello que termina siendo lo único que uno puede ver, como por ejemplo la sonrisa “arco libre” del escocés Joe Jordan al festejar cada gol convertido.
En su época de jugador Jordan fue el típico 9 británico: grandote, gran cabeceador, pivote del ataque, luchador en cada jugada y pescamboi de primera. Siempre fue muy querido en sus equipos por su espíritu de lucha y los goles que convertía. Jugó en grandes equipos como el Leeds, Manchester United, AC Milan y Verona.
En la selección escocesa fue un héroe, ya que gracias a un gol suyo significó la clasificación al Mundial de 1974, y llegó a convertir en 3 Mundiales consecutivos (1974, 1978, 1982). El defensor Alan Hansen lo consideró uno de los delanteros más difíciles a los que tuvo que enfrentar, porque no solo porque golpeaba mucho, sino porque era muy talentoso al moverse y definir.
Pero suficiente de eso, la verdadera razón por la cual la mayoría recuerda a Jordan es porque no tenía dientes. El perdió sus 4 dientes delanteros en un partido que jugaba en la reserva del Leeds, y a partir de ahí debió usar una dentadura para tapar a los mismos. El problema era que no podía entrar a la cancha con ella porque le causaba problemas al respirar, por lo que debía mostrar su sonrisa semi-vacía al mundo entero. Muchos pensaban que no usaba la dentadura a propósito como una forma de intimidación a los rivales, pero lamentablemente esta historia no es cierta.
Como era de esperarse, esto lo volvió aún más reconocido y querido por la gente (lo cual es entendible conociendo la fama de las dentaduras de los británicos). Los italianos lo llamaron “Lo Squalo” (Tiburón), como la película de Spielberg. Cuando fue técnico del Bristol City la hinchada llevaba dientes inflables a la cancha como muestra de cuanto lo querían.
También se volvió un favorito de los fotógrafos, quienes sabían que si sacaban una foto de Jordan festejando con la boca abierta se aseguraban que la misma sea publicada.
Hasta hoy en día en Escocia es casi seguro que los diarios usarán una de sus fotos en artículos que mencionen la “garra escocesa”. Probablemente los únicos que lo odian son los galeses, ya que, gracias a una mano que el cometió en el área que terminó en gol, Gales no pudo clasificar al mundial de 1978.
Al dejar de atormentar las defensas rivales y dedicarse a la vida en el banquillo esa fama de intimidador ha quedado un poco de lado, pero cada tanto termina resurgiendo. El caso más sonado fue en 2011, cuando Gennaro Gattuso (otro que no es ningún nene de pecho) estaba buscando pelea al terminar un partido del Milan contra el Tottenham. Obviamente, Jordan, quien era asistente técnico, no se sintió intimidado y le enfrentó cara a cara, a pesar de tener 59 años. Según Gattuso se enfrentó a Jordan porque lo llamo “puto italiano de mierda”, lo que no sería raro conociendo el carácter del escocés.
Sin dudas Joe Jordan es un reflejo de un fútbol de otra época. En un partido contra el Barcelona, jugando para el Leeds United, le partió la ceja al arquero blaugrana Sadurní, cuando este ya agarró la pelota. Ni siquiera fue amonestado por la jugada. Y fue un partido por Semifinal de Copa UEFA de 1975. Aquella vez, los medios españoles lo apodaron “El animal“.
Mientras algunos hoy se pasan más tiempo enfocados en ponerse gel en el peinado, en usar botines fosforescentes y tener más seguidores en sus redes sociales, jugadores de otra época llevaban con orgullo las marcas de las innumerables batallas que llevaron adelante en el ring de 100×70 metros. Al ver tapas de diario como la de Jordan festejando a todo pulmón, existe un pequeño deseo que vuelvan esos tiempos llenos de garra y personajes inimitables.