El cabezazo que envió la pelota por encima del arquero del Sao Caetano no solo sirvió para obtener tercera Copa Libertadores de Olimpia; también aseguró el lugar de Richart Báez entre los jugadores más recordados del Decano. Su capacidad de meter goles de todo tipo, la garra que metía en cada partido y sus andanzas fuera de la cancha lo convirtieron en todo un personaje dentro del fútbol paraguayo.
Inició su carrera en las formativas del Atletico Tembetary, pero se volvió conocido al pasar al Olimpia. 1995 fue el año que dejó su marca en el club, convirtiendo 7 goles en la Libertadores (hay que aclarar que fueron todos contra equipos venezolanos) y saliendo campeón del Torneo Metropolitano 1995. Sus goles llevaron al Avispa Fukuoka japonés a poner 1.6 millones de dólares para llevarlo a tierras niponas. Este monto fue reclamado judicialmente por Tembetary, pero no pudieron ganar el breve jucio, que solo duró 15 años.
Tras jugar en Japon (donde no supimos mucho sobre su rendimiento porque no saber leer las crónicas en japonés) pasó a la Universidad de Chile, donde salió goleador del Clausura con 10 goles. Como siempre pendientes de los cracks sudamericanos, los mexicanos con la billetera bien cargada estaban al acecho, en este caso el poderoso Club América, quienes lo ficharon en 1998. Los goles no le acompañaron en México, pasando del América al Celaya y finalmente lo transfirieron al Querétaro, club donde nunca jugó.
A partir del 2000 empezó a volver al Olimpia a través de préstamos por 6 meses. Siempre surgían problemas porque quería quedarse, pero los mexicanos no lo permitían. A pesar de todos estos inconvenientes siempre infló las redes, especialmente en la campaña del 2002, cuando la Copa Libertadores volvió a Para Uno en parte gracias a sus goles. Después de la Copa jugó poco por problemas con su ficha, pero finalmente tuvo la oportunidad de jugar la Intercontinental contra el Real Madrid.
Al poco tiempo ya no tuvo el apoyo de la dirigencia y fue echado del club en 2003 por no aparecer para un amistoso en Formosa. De ahí pasó por el 12 de Octubre, Municipal de Guatemala y en Luqueño, donde se unió a otros grandes amantes de la farra como el “Peque” Benítez y Cesar Cáceres Cañete.
Al terminar su carrera se dedicó a entrenar a los equipos de su querida ciudad Capiata, primero el Martin Ledesma y luego Deportivo Capiatá.
Su vida fuera de la cancha
Hasta hoy todos recuerdan a Richart Baez el jugador, y también a Richart Baez el personaje fuera de la cancha. En su vuelta a Olimpia entre el 2000 y 2003 no hubo fin de semana (cualquier día en realidad) donde no haya recorrido los diferentes balnearios y clubes nocturnos de Asunción y ciudades aledañas. El gusto que tenía por la cerveza hizo que se lo apode con el nombre de una famosa marca de Estados Unidos, con el cual se lo conoce hasta hoy. Su infaltable compañera era su conservadora, siempre cargada hasta el tope.
Tras perder la primera final con Sao Caetano en el Defensores del Chaco, el presidente Osvaldo Dominguez Dibb acusó a Richart y a otros miembros del plantel, como Julio Cesar Enciso, de “preferir amanecer con prostitutas en los bailes de música tropical“. Otro caso llamativo es una denuncia contra Baez y Enciso por una golpiza a un hincha, quien les reclamó por estar emborrachándose la noche antes de un partido. Ellos admitieron que habían discutido, pero que nunca le pegaron, la “prueba” siendo que si ellos le hubieran pegado iba a tener todo el cuerpo golpeado y no solo la boca. El propio Richart admitió que eran “un grupo jodido” y que en esa época la prensa no los mataba, al contrario de lo que ocurre hoy en día.
Su amor por jugar era tal que no estaba dispuesto a pasar el tiempo en el banco de suplentes (por lo menos en el extranjero). Cuando el técnico no lo tenía en cuenta en el Celaya, decidió abandonar el equipo y dedicarse a jugar pikivoley y partido en la cancha de su barrio en Capiatá. Todos los medios deportivos de Sudamérica no podían creer que un jugador estaba dispuesto a abandonar un sueldo millonario y volver a jugar en una canchita de tierra con sus socios de la zona.
Otro rasgo característico de Richart era su particular peinado. Aquel estilo de pelo corto hacia el frente y bien largo atrás marcó a una generación, y hasta ahora cada vez que un pobre niño aparece con ese recorte, sus amigos se ríen de su “peinado Richart Baez”.
El año pasado volvió a ser noticia al publicarse una foto de él en el diario ABC, en donde había subido tanto de peso que quedó irreconocible. Esto no era novedad, ya que en su época de jugador siempre tuvo peleas con la balanza. Al ver la foto Richart dijo que no estaba tan gordo, que todavía jugaba todos los fines de semana y que su objetivo era bajar 20 kilos “aflojando con el chupi y el asado”.
Algunos de sus mejores goles
Gran corrida y palomita on U. de Chile
Uno de sus pocos goles en México con el América, un misil al ángulo en el primero y después un gran cabezazo (4:36)
Definición mano a mano contra el Flamengo en 2002
El histórico gol contra Sao Caetano
Con la selección: contra Argentina en un amistoso
Contra Ecuador en las Eliminatorias de 1998
Para finalizar, probablemente sus 2 mejores goles, ambos en el año 2000: Dejando atrás a toda la defensa del América y una chilena increíble contra Corinthians. Coincidentemente el comentarista del video habla sobre un “brindis”.
Con esto concluimos este pequeño recuerdo del gran Richart Baez. Esperemos que todos lo lean y lo imiten convirtiendo goles, comiendo asado y tomando litros de cerveza, tal como él siempre lo hizo y seguirá haciendo.
Fotos: ABC Color, UOL Brasil, Franjeado.com, Diario La Cuarta