Siguiendo con la historia de jugadores, vamos a los bifes (?) y empezamos con la segunda parte:
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Juan Carlos Benítez, “El Soldadito”
Cuando peleaba por llegar a Primera, Juan Carlos se escapaba del cuartel e iba, con su uniforme y recorte “cadete”, a probar suerte en las inferiores del Olimpia, específicamente, en la categoría reserva. Rápidamente, sus compañeros lo apodaron “el soldadito”, mote que se quedó para siempre en el recuerdo futbolero. “Moreno de piel aceitunada”, como alguna vez lo definió un poeta contemporáneo, el “soldadito” tuvo su debut allá por el 97, pero recién en 1998 logró la explosión y la gloria. Gambeta, finta, diablura, técnica, habilidad, inteligencia. Tenía todo, pero su debilidad por las rubias fue mucho más fuerte que su amor al cuero de vaca inflado.
Llegó a levantar varias copas con el Olimpia pero le pudieron más las copas levantadas con sus amigos de barrio. Fue uno de los hijos mimados del “tigre” ODD en su momento. Pero con el tiempo, su figura se fue apagando y se entregó muy rápido y joven a los placeres mundanos de la vida. Terminó finalmente jugando en torneos de barrio, allá por la siempre temible San Lorenzo, en donde hacía sus piruetas para deleite de los borrachos que iban a verlo. Juan Carlos Benítez, un incomprendido del fútbol criollo.
Imposible hablar del Soldadito y no recordar esta entrevista:
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Eber Fernández, “El Pájaro”
Nacido en Argentina, pero malcriado en Paraguay (?), este muchacho melenudo que parecía un cantante de rock de poca monta, introdujo su fútbol en nuestras canchas y -si bien se ganó algunos aplausos- logró ser responsables de varios pre-infartos de los hinchas de Cerro. De hecho, no hay una estadística certera, pero de 132 pre-infartos que se tuvo entre 97-2000 (años en los que jugó Pájaro en Cerro), al menos 120 fueron cerristas que sufrieron por culpa de Fernández (?).
Pero más allá de estos guarismos, lo del “pájaro” refleja igualmente el nacimiento de un nuevo estilo de ídolo en el fútbol paraguayo. El de los acentos argentinos. El del jugador facha (?), el de los aritos, con la media baja a la altura de la canillera. Llenó de puteadas su apellido durante casi 3 años defendiendo los colores del Ciclón de Barrio Obrero. Llegó al tope de su producción después de hacerle un par de goles al mismísimo Boca de Bianchi, en sendos partidos por la entonces “Copa Mercosur“, en 1998.
Ya entrado el siglo XXI, Fernández migró a la Argentina, en donde calentó banca mucho tiempo en equipos de segunda y tercera división. Su sueño de jugar en uno de los grandes de la Argentina se hizo posible allá por 2001-2002, cuando fichó por Boca, pero Unidos, de la segunda de Ascenso.
El “pájaro” Fernández, no dejaste huevos en el fútbol paraguayo, pero muchos tienen tu talento.
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Raúl Arviniagaldez, “El Perro”
Hablar de Raúl es hablar del fútbol de barrio, el de las campiñas, el del joven humilde que sueña con llegar al fútbol para darle una mejor vida a sus familiares, para tener mejores posibilidades de estudio.. en fin, el típico caso novelero de los futbolistas de tierra adentro.
Este morocho de piernitas frágiles pero hábiles, hizo sus primeras armas en equipos del interior sin que la suerte le acompañe demasiado, hasta que supo conseguirse un lugar dentro del plantel del 12 de Octubre de Itauguá. Al año logran ascender a Primera y el “perro” empieza a convertirse en una pieza fundamental del equipo que empezó a tocar el mejor fútbol del campeonato, conquistando su primer título a nivel nacional en 2006 y marcando un paso histórico, ya que así, el “12” itaugueño consiguió ser el primer equipo paraguayo del interior en proclamarse campeón del torneo profesional de la APF.
Y el “Perro” estuvo ahí, en andas, tapando la parte más íntima de su anatomía con un anatómico, asediado por la gente, por su gente, esa misma gente que lo había insultado mucho y que en aquella ocasión lo aclamaba. Y si algo de lindo tiene el fútbol es eso, la revancha. Por eso el “perro” nunca bajó los brazos ni se entregó. Fue famosa aquella tapa del extinto diario Noticias en donde el Perro sale festejando el título del “12” con una latita de cerveza en la mano. “Me quisieron perjudicar” declaró entonces. Volvió al ruedo futbolístico pero ya en el club Guaraní, que lo fichó para la temporada 2007. Allí conoció la página más negra de su vida; En un accidente automovilístico, perdió la vida Mariano Villamayor, compañero suyo en el legendario.
Posterior a este golpe anímico, Arviniagaldez se alejó del ruido mediático, pero no del fútbol. Trotamundos de este deporte, recorrió por varios equipos de distintas categorías en donde siempre dejó marcada su estampa. Hoy día se dedica a entrenar a jugadores de las divisiones menores de equipos itaugueños, principalmente.
“Me dicen el perro, porque marco territorio”. Te evocamos con una sonrisa, Arvi.
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Silvio Garay, “Huevoduro”
Su apodo se popularizó por su cabeza. Rapadito, bien lustrado, Garay fue de aquellos jugadores rendidores que siempre está predispuesto para hacer el “trabajo sucio” y que es requerido por los DT. Brilló en Sol muchos años pero estuvo muy opacado en esos años (98-2000) por figuras como el chupete Freyle y Ronald Gaona Pascotini (?), por lo que su talento no fue muy ponderado en Villa Elisa.
No obstante, para 2001, logró su mejor transferencia: En una cifra récord (?), fue fichado por Cerro Porteño que para ese año estrenaba presidente: El inefable César Luis del niño Jesús Gabino Puente Leiva (sí, así se llama este hombre, evidenciando que fue hijo único y que sus viejos le encajaron todos los nombres posibles). Fue en aquel año que huevoduro logró meter su pelada en la discusión futbolera nacional. Esa temporada, Garay fue figura gravitante de aquel formidable mediocampo que formó Cerro con Guido “el mago” Alvarenga, Virgilio Ferreira y el sacoleiro Pedrinho. Debutó con la casaca azulgrana haciéndole un gol al siempre respetable Universidad de Chile en Santiago, para después ser parte de la goleada ante este mismo rival en la Olla por 6 a 0,la noche mágica de Guido.
Por demás, “huevoduro” dejó buena imagen en Cerro y los hinchas lo recuerdan hasta con humor, ya que su pelada invitaba siempre a la puteada fácil.
Silvio Garay, un mediocampista que dejaba todo en la cancha.
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Jorge Valdéz, “Repollo”
Hizo de la zona derecha de la defensa de Olimpia patrimonio particular por muchos años, después de la salida de una leyenda: Virginio “Vicky” Cáceres. Puteado por muchos, admirados por pocos, respetado por unos cuántos, el “repollo” fue de aquellos jugadores al que le cuesta mantener un nivel de juego domingo tras domingo.
Su buena proyección le sirvió para tapar su nulo oficio de marca, pero esto bien le ayudó incluso para ir a la selección nacional, en donde pasó a quebrantar a todo paraguayo amante del fútbol. Ganador de varios campeonatos con el Decano, llegó a engrosar la lista de jugadores que pasó sin mucha gloria por el fútbol mexicano, en aquella primera partida de futbolistas paraguayos que agobiaron a los dueños del “futból” (con acento en la o) de la mano de Carlos Alberto Kiese.
Sin atributos para ser modelo, se decidió, posterior a su época de futbolista, a dedicarse de lleno a intentar ser DT y evitar poner en práctica todo lo que aprendió de Luis el “negro” Cubilla, quien lo tuvo entre sus players por muchos años. J
orge Valdez, sin parentezco con Ron Damón, figura, del fútbol paraguayo y sus apodos.
¿Tiene sugerencias de más jugadores y sus apodos? Esperamos las sugerencias.