Cuando David enfrentó a Goliat, Saúl le ofreció usar una armadura para poder sobrevivir los embates del gigante. David se rehusó, diciendo que nunca podría pelear con eso puesto encima ya que le pesaba y esa no era su forma de luchar. En lugar de eso buscó 5 piedras del arroyo para usar con su honda.
Cada vez que Paraguay ha enfrentado al Goliat de fútbol sudamericano, Brasil, lo ha hecho con la armadura del juego defensivo encima, como en el 2011 donde clasificó con el equipo colgado del travesaño. 4 años después el equipo liderado por Ramón Díaz decidió desechar la armadura y enfrentar al gigante, jugando como si ellos fueran el coloso, el equipo con 5 Mundiales, “o melhor do mundo” y los de amarillo los chiquitos que tenían que defenderse para tener alguna chance de sobrevivir.
Estas son las claves del histórico triunfo de Paraguay ante Brasil:
La coronación del nuevo rey
71 minutos, mano digna de un partido de voley de Thiago Silva y penal para Paraguay. Entre 11 hombres solo uno debe cargar el peso de un país sobre sus hombros, enfrentar al arquero, con cientos de millones de ojos puestos sobre él y tener la tranquilidad suficiente para convertir el penal en gol. Normalmente solo un histórico, curtido por cientas de escaramuzas en el 110×70 del campo de batalla, está dispuesto a aguantar semejante presión, pero en la Albirroja fue el más joven de todo el equipo quien tomó esta responsabilidad: Derlis González.
Chutó como si estuviera jugando en el patio de su casa, puso la pelota colocada al lado del palo y encarriló a Paraguay en el camino de la victoria. Como si esa situación no había sido suficientemente importante, también se encargó del quinto y decisivo penal, en el cual le cambió el palo al arquero, clavándola contra el fondo de la red sin una sola muestra de nervios y desatando la locura en el estadio de Concepción y en todo el territorio paraguayo.
Como dijo Daniel Chung en Ejempla, además de su enorme talento ahora Derlis ha demostrado que posee liderazgo y personalidad. En el primer tiempo estuvo desaparecido, desconectado del juego porque no le llegaba el balón y no existía conexión entre Valdez y Aranda para jugar por aquel costado. Todo esto cambió en el segundo tiempo, y desde el momento que tuvo la pelota en sus pies cada ataque paraguayo fue como una descarga eléctrica, dejando en shock a toda la defensa brasileña.
Hoy Derlis ya no es más una simple promesa, es el elegido para liderar a Paraguay en el futuro. Todo lo que se esperaba de él y más se ha cumplido en esta Copa América, la cual ha sido su coronación como el futuro del fútbol paraguayo.
La muralla (casi) infranqueable
Al ver como estaba compuesta la defensa de Paraguay era fácil asumir que cualquier equipo con un minimo de poder ofensivo podía darse un festín:
- Un lateral derecho que en su club juega de central.
- Un central de 35 años que juega en el fútbol mexicano
- Un central que juega en el fútbol mexicano
- Un lateral izquierdo quien se formó como lateral derecho.
Con esta defensa que en papeles parecía vulnerable había que enfrentar a una delantera con jugadores talentosos y de gran habilidad como la de Brasil. Durante todo el partido el trabajo de toda la línea fue superlativo, marcando de cerca a todos los brasileños que iban hacia su zona, despejando las pelotas en zona de peligro y asegurando cada balón que recuperaban.
Esto no era tarea fácil, ya que al no tener un típico 9, los centrales no tenían una referencia clara, como manejar en una autopista sin líneas divisorias. Una muestra de esta eficiencia fue que en el primer tiempo la única pelota que tocó Brasil en el área paraguaya fue el gol de Robinho, siendo este el único lapsus de todo el partido.
En el segundo tiempo los laterales se afianzaron, siendo que en el primer tiempo se los vio sobrepasados en algunos momentos. En la jugada que termina en el penal de Thiago Silva es Bruno Valdez quien sube hasta la raya final y da el pase para que Derlis González tire el centro letal. En la zona izquierda Piris fue el encargado de cerrarle los caminos a Willian, haciéndolo desaparecer mientras estuvo en cancha.
Topo salvador
Paraguay tenía un vacío de unos 100 kilos que llenar en el mediocampo al no contar con Néstor Ortigoza, hueco que fue llenado más que dignamente por Victor “Topo” Cáceres. Al no tener la capacidad de distribuir la pelota como Ortigoza, el “Topo” tuvo que duplicar sus esfuerzos en su faceta más efectiva, la de recuperar el esférico y presionar a los rivales. Los atacantes y mediocampistas brasileños tendrán pesadillas con Cáceres, que estaba más pegados a ellos que sus propias camisetas.
Cada salida con la pelota de Brasil era una invitación a la presión paraguaya, ya que la inseguridad de la defensa y del arquero Jefferson era notoria. Las veces que los atacantes no podían presionar bien, Cáceres y Aranda debían enfrentar a un ejército de camisetas amarillas, pero al final era la minoría con remeras a rayas que recuperaba la pelota y buscaba el contraataque rápido. Esta vez más que nunca el “Topo” verdaderamente se comió el medio de la cancha, siendo él el que se dió un festín con jugadores de las mejores ligas del mundo.
El sello de Ramón
Si hay una persona que está en silencio absoluto hoy es José Luis Chilavert, alguien a quien las palabras siempre le sobran mucho más que la coherencia. Tras estos resultados sus críticas a Ramón Díaz parecen cada vez más desacertadas. El equipo de Ramón ha ido mejorando con cada partido y ayer tuvieron su mejor performance de la Copa.
El equipo es un reflejo de su técnico: confiado, atrevido, encarador y ganador. Antes era moneda común asumir que cada partido con Brasil debía enfrentarse como si atacar era algo prohibido, pero Díaz ha recuperado esa mentalidad que se tuvo en ciertas épocas como 1979, donde la Albirroja podía enfrentar a cualquiera mano a mano y no colgada del travesaño. Esto fue más notorio que nunca después del gol del empate, cuando Paraguay nunca pensó en meterse atrás a proteger el resultado, sino que fue arriba para poner a estocada final a un rival temeroso y malherido.
Al momento de los penales fue donde se demostró la diferencia entre un técnico cualquiera y un motivador nato. Cada imagen de Ramón Díaz transmitía seguridad, arengando a los jugadores y haciendo que crean en si mismos, mientras que Dunga tenía cara que estaba vislumbrando el desquebrajamiento de todo su sistema y transmitía esa inseguridad a sus jugadores. La motivación puede decirse que es un elemento subjetivo imposible de medir, pero la actitud de la Albirroja en estos partidos ha sido la de un equipo que está al mando de alguien que sabe lo que hace y cuyos jugadores harían lo que sea por él.
La kriptonita de Dani Alves
Al enfrentarse de vuelta a Paraguay tras la Copa América 2011, en la cual Marcelo Estigarriba lo sacó a pasear como si fuera su mascota, Dani Alves descubrió que el costado izquierdo paraguayo es su kriptonita. Desde el primer minuto del partido Edgar “Pájaro” Benitez se dedicó a atormentar al defensor del Barcelona con corridas por el andarivel izquierdo. Alves pudo demostrar su valor en el ataque, dando la asistencia para el gol de Robinho, pero en el lado defensivo su aporte fue nulo.
Cada corrida del “Pájaro” parecía una diferencia entre un corredor de 100 metros libres y alguien a quien trajeron a correr del público. Benitez no tuvo la capacidad de definir las jugadas que tuvo en sus pies, pero su capacidad de dejar atrás a Alves y a los demás marcadores obligó a Dunga a enfocar las marcas al lado izquierdo en el segundo tiempo, dejando libre el lado derecho, lo que dio carta libre a Derlis González para que cause estragos por aquel lado.
Al final del partido salió el “Pájaro”, pero esto la pesadilla de Alves no se detendría, solo cambiaría el protagonista. Óscar Romero fue el encargado de darle el golpe de gracia al orgullo de Dani Alves con una serie de enganches que dejaron al lateral tirado detrás del extremo albirrojo, trastrabillando de tal manera que esa imagen se ha convertido en el meme más popular después de terminar el partido.
Hoy festejamos no solo un triunfo ante un grande del fútbol mundial y un pase a semifinales; festejamos que hemos visto a Paraguay jugar con la confianza de ser el equipo que propone, el que ataca sin importar a quien tengan enfrente. El espíritu albirrojo no fue el de resguardarse atrás, fue el de encarar, de no rendirse al ir abajo en el marcador y no contentarse con un empate y los penales. El gran logro de Ramón Díaz no ha sido en lo táctico, ha sido en lo inconsciente, en hacer creer a los jugadores y al país que pueden ganarle a cualquiera y que no hay nadie mejor que ellos.