Partamos de la base de que el pelota jara es odiado siempre, cualquiera sea el contexto. Sabemos que existen dos tipos de pelotas jaras: Aquel pysatronco que es dueño del balón y que permite justamente disputar un encuentro de fútbol con los amigos del barrio-por lo que tiene que jugar de titular obligatoriamente- y aquel que, dentro de la cancha, nunca pasa su puta pelota. Una especie de Pipino Cuevas de los barrios. Algún día, un profesional tendrá que hacer algún estudio científico sobre porqué hay jugadores que no quieren pasar su pelota, teniendo en cuenta que es un juego colectivo. Estos dos especímenes (?) de los que hablamos aquí, tienen, no obstante, un lugar común en la historia.
Según lo que relata el doctor Miguel Ángel Bestard en su libro “80 años del fútbol paraguayo”, el pelota jara, a diferencia de los que muchos podían creer -incluyendo a los autores de este post- surgió nada más y nada menos que en pleno partido casi oficial del fútbol paraguayo.
Veamos entonces lo que dice el libro con relación a lo ocurrido en uno de los primeros partidos formales que se disputó en el Paraguay; un enfrentamiento entre los dos clubes más añejos de nuestro fútbol; Guaraní versus Olimpia.
El encuentro se desarrolló en la Plaza Constitución (actual plaza de la Independencia, frente a la Catedrla de Asunción) y el marcador indicaba un empate entre ambos equipos. Cerca de la mitad del segundo tiempo, el árbitro del encuentro, el señor Carlos Sosa, marcó penal a favor de Guaraní, que tenía así la posibilidad de pasar al frente en el marcador.
Como ese partido fue en 1903, faltaban todavía tres años para formarse la entonces Liga Paraguaya de Fútbol, ya con Nicolás Leoz de secretario (?). Debido a esta situación, no había una entidad organizadora de los torneos, a pesar de que los partidos se disputaban casi como algo oficial; es decir, contaban con camisetas diferentes, árbitros y reglas. Eso sí, la pelota tenía que ser el aporte de uno de los jugadores.
En efecto, el dueño del balón de aquel Guaraní-Olimpia era el lateral por izquierda, Sila Godoy, jugador del Club Olimpia. Godoy se calentó tanto con el penal en contra que le pitaron, que ni corto ni perezoso, tomó su pelota y se fue de la cancha, evitando que el penal se ejecute, dejando atónitos a todos los que estaban presentes. Esta sabia (?) decisión de Godoy obligó al árbitro a dar por terminado el encuentro con un empate.
No obstante, el encuentro futbolístico se resolvió otro día, en San Bernardino, y fue con victoria de Guaraní por 2-1. El cuadro aborigen se adjudicó así un reloj de mesa artístico, que fue el trofeo. Eso sí, Godoy ya no fue convocado para este partido, según los relatos.
Increíble pero cierto. La historia cuenta que fue un jugador casi profesional el que patentó el “pelota jara” en nuestro país.
Cerramos con esta imagen para el recuerdo:
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Post ideado y colaborado por: Eduardo Garay