Acahay es una pintoresca ciudad del departamento de Paraguari. Ubicada a unos 120 kilómetros de Asunción, su población se dedica, en su mayoría, a los quehaceres agrícolas de pequeñas extensiones, principalmente la plantación de algodón y mandioca… pero el denominador común es el consumo de caña y la pelota. Arropada de una belleza natural, la zona invita a pasearse a caballo o en bicicleta, respirar aire puro y disfrutar de la hospitalidad de la gente. Es, en suma, un pueblo típico de la campiña paraguaya; tranquilo, con su gente noble, con mucha naturaleza… y por supuesto, con fútbol.
La Liga Acahayense es la atracción de cada domingo en estas tierras rojas. Con unos 12 equipos en la Primera División, los fines de semana las canchas se llenan de gente ávida de ver al “win tata” correr, pelota al pie, por la línea de fondo. Cada barriada tiene su representante en el torneo, por lo que el honor se defiende a muerte en cada partido.
Ahora, ¿a qué se viene todo esta introducción? Pues aquí va: Corría el inolvidable 1999 para el Paraguay, año del “marzo paraguayo” y de los intentos golpistas vinculados a Lino’o. En medio de aquella tempestad política de la que se hacía eco todo el mundo, en Acahay se gestaron las dos goleadas más impactantes que se recuerden en el fútbol moderno y que también puso en el tapete mundial al país: 73 a 0 y 35 a 0; y como si esto no fuera suficiente, se tuvo el nacimiento del máximo goleador paraguayo de la historia: Cristóbal “Metegol” Gamarra (+), quien se despachó nada menos que con 34 goles en un solo partido. Erico, la tenés adentro (?).
Una última fecha brutal
La historia cuenta que en la última fecha del campeonato clausura del 99, la liga Acahyense encontró a tres equipos en igualdad de puntos: El “24 de junio”, el “30 de abril” y el “8 de diciembre” (aquí, otra muestra de la originalidad paraguaya; los nombres de los equipos son fechas), por lo que el sistema establecía que, en caso de igualdad de puntos entre dos equipos o más, al campeón se lo definía por la diferencia de goles a favor.
Según los pobladores que recuerdan aquellas jornadas históricas, el “8” ganó en forma contundente a Talleres por la cuenta de 3 a 0. Dicen también que hubo arreglo en este partido y que los dirigentes de ambos equipos sudaban nerviosos, asustados ante la posibilidad de que se les descubra la jugada. Algunos se preguntaron si no se les fue la mano con el marcador ya que con el 3 a 0 en el bolsillo, los del “8” aseguraban el título por la notable diferencia de goles que tenían a favor. Solo una debacle podría dejarlos sin campeonato y, evidentemente, no sabían lo que les esperaba.
A unos kilómetros de la cancha del “8”, en el estadio del “24”, el equipo local superó ampliamente a “Boquerón” por 35 a 0!!!. Si este resultado parece una locura, ahora se viene lo bizarro: El otro aspirante al título, el “30 de Abril” supergoleó a Oriental por la cuenta de 73 goles a cero. Una barrabasada futbolera.
Las crónicas de aquella época señalan que, como no había celulares, bipper ni Twitter, el resultado de una cancha era informado a la otra por un fanático que, subido a moto, iba de cancha a cancha dando a conocer los resultados. Cuando los directivos del “30” se enteraron que el primer tiempo del partido entre 24 y Boquerón terminó 15 a 0 a favor del primero, se encendió la alarma y vino la orden: Metan todos los goles que se pueda para tener la diferencia necesaria. Fue así que “30 de Abril” ganó su encuentro por 73 a 0 para asegurarse el Clausura 1999.
La noticia llegó a Asunción
El estupor se apoderó de la afición deportiva paraguaya recién el lunes siguiente de aquel domingo épico. Los despachos noticiosos que llegaban desde Acahay daban cuenta del hecho, que primero fueron recibidos con humor e incredulidad, para después despertar la indignación general. En Abc se podía leer “violaron al fútbol!”, mientras que UH decía “Acá hay algo feo”. Todos dudaban de la veracidad de lo que se informaba, hasta que llegaron los informes de los jueces de ambos partidos, que confirmaron los abultados resultados. Acahay se hacía un lugar en el mundo, y no precisamente por sus cántaros (?).
“Los despachos noticiosos que llegaban desde Acahay daban cuenta del hecho, que primero fueron recibidos con humor e incredulidad, para después despertar la indignación general. En Abc se podía leer “violaron al fútbol!”, mientras que UH decía “Acá hay algo feo”
La Unión de Fútbol del Interior (UFI), entonces presidida por Pedro Achar Pujol, decidió abrir un sumario para investigar lo que ocurrió, mientras el fútbol de tierra adentro abría la página más vergonzosa de su historia. Finalmente, la UFI decidió desafiliar de la Liga a los cuatro equipos y sancionar a los dirigentes, mientras que los árbitros también fueron dados de baja. Era lo menos que se podía hacer ante semejante papelón. No obstante, unos años después, los clubes volvieron a inscribirse para el campeonato. De los árbitros, no se sabe mucho.
Canal 9 “SNT” se vio obligado a enviar un equipo periodístico a Acahay ante el escándalo. El inquebrantable Alberto Meister hizo, quizás, una de las notas más locas de su legendiaria carrera. Por ejemplo, el presidente del supergoleador equipo de “30 de Abril”, que ganó 73 a 0, le dijo en un cerrado guaraní y sin ponerse colorado, lo siguiente: “rohasapaite voi hi’ari kuera” (Les pasamos nomás luego por encima) al Oriental. Sin palabras.
El nacimiento del hombre-gol paraguayo
“Si ellos tenían la oportunidad que yo tuve, también iban a meter esta cantidad de goles” fueron las frescas e increíbles declaraciones de Cristóbal Gamarra, el goleador del “30 de Abril” que consiguió hacer 34 goles en aquel partido ante Oriental. Fue la respuesta de Gamarra ante la pregunta de Meíster del porqué Ronaldo, Batistuta o Crespo no podían hacer esa cantidad de anotaciones en un partido.
Gamarra tenía 17 años en aquel entonces y resultó ser la figura mundial del fútbol de ese momento con sus goles, que de acuerdo a los comentarios, fueron de todos los colores y para todos los gustos. Muchos creían que este joven podía llegar a la gloria después de semejante actuación y desbancar incluso a Roque Gol, que para entonces estaba brillando en la banca del Bayern Munich (?). Sin embargo, su capacidad futbolística no tuvo los resultados esperados y Gamarra terminó trabajando en un Supermercado de San Lorenzo, en la sección verdulería, donde, en medio de picaditas con las naranjas y pomelos, contaba a sus compañeros sus anécdotas y peripecias. La carrera y vida de Gamarra se vieron mortalmente truncadas la tarde del 15 de setiembre de 2006, cuando fue muerto de un balazo en la cabeza en medio de un baile dominical, tras una jornada futbolera, entre tragos y cumbia, defendiendo su camiseta de barrio. Murió en su ley, dirían los románticones de la pluma.
Como para cerrar esta historia que ya marcó por siempre a Acahay, no se puede dejar de reconocer la única observación que hizo el árbitro Fermín Riquelme, encargado de pitar el encuentro 30 de abril – Oriental, en su planilla; “Hago constar que el jugador 13 y el 16 del equipo local firmaron en el casillero del equipo visitante”. Grande, Don Fermín.
(fotos del FB del 30 de Abril)