Tras el Mundial 2014 y a un año de recordar toda aquella fiesta que se desarrolló en el país vecino, un reportaje que publica Jotdown.es desnuda un poco la entramada corrupta y oscura que envolvió la construcción de todos los estadios para el último Mundial de Fútbol
Un informe de cómo, apenas 12 meses después del Mundial -y más allá de aquel fatídico 7-1 de Alemania que eliminó a Brasil de su propia fiesta- estas construcciones se convirtieron en verdaderos “elefantes blancos”. Hay cifras que asustan, como por ejemplo, los 8.000 millones de euros que se gastaron en este Mundial, 2.500 de los cuales fueron destinados solo para la construcción y remodelación de estadios que hoy se utilizan de estacionamientos, oficinas estatales o para albergar partidos que no llevan más de 10 mil personas.
Una tremenda crónica e investigación de Arturo Lezcano que se puede leer aquí