”Es mejor estar callado y parecer estúpido que abrir la boca y eliminar cualquier duda.” – Maurice Switzer
¿Que sería del fútbol paraguayo sin las declaraciones de sus dirigentes? Entre las incontables horas dedicadas al deporte rey en los medios, son los hombres detrás del escritorio que toman protagonismo en cada club, más que los propios jugadores y técnicos. Este protagonismo no siempre es el más iluminado, como fue demostrado en toda la previa y desarrollo de la sexta fecha del Clausura.
Las frases con más repercusión fueron las de Marco Trovato, presidente del Olimpia, quien pidió un árbitro experimentado para el clásico porque Cerro Porteño saldría a dar patadas en el clásico, que la defensa no podría contener a sus delanteros y que cuando estos pierdan se quejarían sobre el arbitraje. Además de esto también pidió un control antidoping para los jugadores del Ciclón, especificando el puesto del arquero. Por supuesto que Zapag no quiso quedarse atrás, agarró el guante y pidió control antidoping para todos los jugadores.
En su intento por ganar la guerra mediática, Trovato lo único que hizo fue que el equipo rival entre a la cancha con la sangre en el ojo y con más motivación para ganar el partido. No hay mayor prueba de esta motivación que la foto que se sacaron al terminar el partido.
Tras los exabruptos de Trovato parecía que el resto de la fecha no tendría más sobresaltos dirigenciales, pero el domingo también aparecieron los presidentes más verborrágicos del campeonato. Primero fue el turno de Néstor Arévalos, presidente de Santaní, quien ya demostró su don de gente al decirle a la fotógrafa Johanna Cuquejo que le faltaba una pija en la boca por sacarle una foto mientras pedía que se escondan las pelotas hacia el final del partido contra Capiatá. Tras la tercera derrota consecutiva del equipo Arévalos decidió echar al técnico Alicio Solalinde porque este no lo escuchaba, que él le enviaba los cambios que debía hacer por mensaje de texto y Alicio no los leía y que hasta él podría ser mejor técnico del equipo.
Al finalizar la fecha apareció el hombre que ha convertido sus declaraciones en un arte: Oscar Barreto de Capiatá. En el entretiempo del partido entre los Escoberos y General Díaz bajó al vestuario y le avisó al técnico Humberto García que si perdía este partido iba a ser echado. Finalmente terminó en un empate, y Barreto se retiró diciendo que “son una verdadera mierda todos”, una variación del “que mierda son sea’a” que hizo famoso a García con General Díaz.
En esta fecha fueron estos tres, pero durante todo el campeonato todos y cada uno de los presidentes termina haciendo declaraciones de las cuales el público en general se termina burlando durante toda la semana. Desde quejas sobre los árbitros, delirios de persecución, ataques a sus jugadores y cuerpo técnico y hasta internas entre los propios dirigentes, las palabras del hombre de saco y corbata que no toca una pelota son las que el periodismo busca para explicar lo que pasa en nuestro campeonato. Los dirigentes de menor rango también son parte de este grupo.
¿Qué es lo que impulsa a los presidentes a demostrar su ignorancia en ciertos aspectos del fútbol? Una razón es por creer que el club es de su pertenencia, algo que no está muy alejado de la realidad. El bancar el club da derecho al presidente a manejar la institución como él quiera, ya que sabe que no son los socios los que verdaderamente mantienen el club. Esto, mezclado con la irracionalidad del hincha, se convierte en un cóctel explosivo, que se detona ante el público en forma de declaraciones que terminan perjudicando al plantel y al club.
En nuestro campeonato todos los presidentes tratan de seguir el ejemplo de un predecesor inigualable: Osvaldo Dominguez Dibb. Ese estilo de constante enfrentamiento, de utilizar a la prensa como una herramienta para unir al equipo contra los supuestos rivales y desinflar a aquellos que lo desafiaban ha sido el modelo que todos buscan imimtar, desde el histrionismo de Marcelo Recanate hasta la condescendencia de Francisco Ocampo, pero que nadie ha podido estar cerca de igualar. Este legado hace creer al hincha que un presidente que no declara es un presidente que no hace su trabajo, por lo que hasta los más callados terminan saliendo a declarar cada fecha con tal de evitar ser escrachados por “inútiles”.
Pocas personas están interesadas en escuchar que un presidente hable sobre planes a largo plazo para el club, sobre el manejo financiero, sobre la transparencia de los números y de que manera están buscando aumentar los ingresos de dinero para dejar de ser instituciones financiadas por una sola persona. Por esta razón los dirigentes salen a tirotear, porque esa es su supuesta función, su obligación tanto con la prensa como con el público, que lo consideran un genio si gana, pero un bufón si pierde, sin importar que haya dicho lo mismo en ambos casos. Son estas declaraciones las que encienden el fuego interno del hincha y desatan la guerra en redes sociales, no una explicación sobre el mantenimiento de las instalaciones o de la estructura de las divisiones inferiores.
Por estas razones es que siempre se repetirán estas participaciones poco iluminadas de los dirigentes. En un ambiente que requiere 24 horas de frases para debatir, un presidente sin filtro es como el rey Midas, donde cada palabra que salga de su boca se convierte en oro mediático. Es el valor más preciado para los medios y serán siempre los más populares. A pesar que muchos querrán que se dediquen al manejo del club y que las opiniones sin fundamento queden para nosotros los fanáticos, eso es algo imposible. Los presidentes están en nuestro fútbol para llamar la atención, sin importar que lo hagan quedando en el ridículo.
Foto principal: ABC Color